27 julio, 2020
Cuando la pandemia de COVID-19 se ha cobrado alrededor de 700.000 muertes en el mundo y aparecen rebrotes en lugares donde el incendio ya parecía extinguido, la vacuna contra el nuevo coronavirus es la gran esperanza para la humanidad. Pero todavía hay que esperar.
Las vacunas son microorganismos –o partes de ellos- que despiertan las respuestas inmunológicas del organismo en forma de anticuerpos y células defensivas. Si bien se han desarrollado decenas de vacunas contra virus y bacterias en el último siglo, desarrollar una vacuna contra un virus nuevo, como el SARS-COV-2 , no es soplar y hacer botellas.
“Nunca hubo más dinero, expertos e interés en obtener una vacuna”
Como muestra la historia del HIV-Sida o la gripe, algunos virus mutan tan rápidamente que las vacunas se tornan ineficaces rápidamente porque muchos virus mutan frenéticamente. Son precisos años de investigación para dar con una vacuna segura y efectiva, capaz de ser aplicada a distintos grupos de la población, contra una enfermedad viral. Además, hacen falta gigantescas inversiones y plantas de producción inmaculadas para fabricar cientos de millones de dosis para cubrir a la población vulnerable y los equipos de salud lo antes posible.
Fases necesarias para la aprobación de la vacuna
Si bien hoy no faltan fondos para probar las candidatas más prometedoras, los tiempos para mostrar su seguridad y eficacia no pueden acortarse sin poner en peligro a quienes sean vacunados. De modo que la mayoría de los científicos sostienen que habrá que aguardar hasta el año próximo para contar con una vacuna, si los ensayos en marcha resultan exitosos.
Aunque hoy hay más de 140 prototipos experimentales y 23 de esas vacunas ya se están probando en seres humanos, existen diversas fases que deben atravesar necesariamente. Entre ellas los estudios para probar que las fórmulas no generan toxicidad ni efectos adversos graves y para definir las dosis necesarias para generar defensas. Además, para evaluar la eficacia para disminuir no sólo los casos graves y las muertes sino también para prevenir las infecciones en niños, embarazadas y ancianos.
“Estoy convencido de que vamos a obtener una vacuna exitosa que sea sana y efectiva, probablemente para mediados del 2021”, afirmó Paul Offit, pediatra del Hospital de Niños de Filadelfia, en Estados Unidos. “Nunca hubo más dinero, expertos e interés en obtener una vacuna”, agregó el creador de la vacuna contra el rotavirus.
Estrategias distintas
Los especialistas se conformarían inicialmente con una vacuna que tuviera entre 50 y 70% de eficacia, lo cual evitaría los casos más graves de COVID-19, aunque no impidiera los contagios. Hacia esto apuntan las cuatro vacunas que están hoy más avanzadas en el mundo, una de las cuales será probada a partir de agosto en voluntarios argentinos, además de miles de personas en otros países.
Las vacunas se desarrollan actualmente mediante múltiples tecnologías: algunas utilizan el virus completo inactivado parcialmente o muerto, mientras otras usan una de sus proteínas dentro de un vehículo viral. Algunas más, solamente usan una secuencia genética (ARN o ADN) del virus para despertar las respuestas inmunológicas del organismo.
Las vacunas de ARN, elaboradas en plataformas genéticas, son las más modernas pero también las menos probadas. De hecho, no existe ninguna vacuna en uso actualmente que se haya elaborado con el método que generó las vacunas que están probando ahora los laboratorios Moderna y Pfizer.
Otras estrategias son más conocidas, pero no por eso más fáciles de llevar a cabo. Como sea, ya se publicaron resultados exitosos de la fase 2 de experimentación de dos vacunas -una desarrollada en Oxford, Inglaterra, y la otra en China- que fueron elaboradas en forma similar –introdujeron la información genética de una proteína del coronavirus dentro de un virus que causa generalmente resfríos. Estas vacunas no generaron efectos adversos preocupantes (solamente fiebre) y generaron respuestas defensivas en los seres humanos.
“Estoy convencido de que vamos a obtener una vacuna exitosa que sea sana y efectiva, probablemente para mediados del 2021”
Otra vacuna china, elaborada con virus inactivado, también pasó la fase 2. Por ahora, cuatro vacunas ya están habilitadas para la última fase de experimentación, que implica inocular cada vacuna a 30.000 personas en países donde hay alta circulación viral y luego observar cuántos se infectan o enferman. En esta fase 3, se determina la eficacia de acuerdo a los anticuerpos generados y se seleccionan o descartan las vacunas que, tras la aprobación de las autoridades sanitarias de cada país, pasarán a ser fabricadas masivamente.
La pelea por acceder
Todavía los expertos no saben cuánto tiempo duran los anticuerpos que neutralizan al nuevo coronavirus en el organismo, un dato clave para evaluar cuántas dosis de cada vacuna serán necesarias en cada persona y cada cuánto tiempo habrá que reforzarla. Pero aún sin estos datos fundamentales, científicos y laboratorios promocionan una u otra vacuna a través de los medios de comunicación.
Uno de los problemas centrales será la distribución y el acceso equitativo a las vacunas. Ya existen tironeos entre países que quieren garantizarse prioridad para su población.
“Es improbable que haya vacunas para todos al principio”, advirtió Beate Kampmann, directora del Centro de Vacunas de la renombrada London School of Hygiene and Tropical Medicine. “Los países que más invirtieron en la investigación querrán tener acceso antes”, dijo la infectóloga pediátrica.
Principales países inversionistas
Estados Unidos ya puso 1950 millones de dólares para acceder en 2021 a millones de dosis de la vacuna de Pfizer, que comenzará en agosto recién su fase 3 de experimentación, también en la Argentina. Si el laboratorio norteamericano asociado con la compañía biotecnológica alemana BioNTech consigue una aprobación de emergencia por parte del gobierno de Estados Unidos, se compromete a tener listas 100 millones de dosis a fin de año para inmunizar a la población estadounidense. También el laboratorio Moderna consiguió casi 500 millones de dólares del gobierno estadounidense para iniciar la fase 3 de su vacuna, que comienza esta semana.
Por su parte, Gran Bretaña firmó acuerdos para comprar 30 millones de dosis de la vacuna de Pfizer, 100 millones de la de Oxford (elaborada por AstraZeneca) y 60 millones de la vacuna inactivada de la compañía francesa Valneva, que tiene una planta en Escocia.
La competencia a los dos lados del Atlántico con China es incesante. Ante el temor de que los países más ricos se queden con la mayoría de las vacunas, la OMS y varias organizaciones (GAVI, CEPI) crearon un mecanismo llamado COVAX para facilitar que los países menos desarrollados accedan a distintas vacunas. Este sistema promete garantizar la vacuna al 20% de la población más vulnerable de cada país que participe en el acuerdo. Argentina ya mostró interés.
“Esperamos que los líderes políticos consideren a las vacunas un bien social y apoyen las iniciativas globales de acceso igualitario”, reclamó Tedros Gabayhesis, director de la OMS. “No hay que politizar las vacunas”, recomendó Clarissa Simas, antropóloga médica e investigadora del Vaccine Confidence Project para América Latina
PENSAR SALUD
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