3 enero, 2021
El calor sube y la mayoría sueña con zambullirse al agua. Sin embargo el agua de las piletas puede ser un foco de enfermedades sino se cuida regularmente.
Según un informe elaborado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), dependientes del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, el agua de una pileta suele ser el caldo de cultivo para virus, bacterias y gérmenes fecales que atacan sobre todo a la población más vulnerable como niños, ancianos o personas con inmunodepresión.
La diarrea, erupciones cutáneas, infecciones de oído, irritación química de los ojos y de los pulmones se encuentran entre las afecciones más frecuentes. Si bien el cloro es muy bueno para neutralizar este tipo de bacterias y gérmenes, suele demorar algunos minutos en hacer efecto y ese tiempo es suficiente para que se produzca el contagio.
Enfermedades de mayor contagio en una piscina
Infecciones de oído. Puede causarse al dejar agua contaminada en el oído después de nadar. Se trata de una otitis externa, distinta a la que suelen contraer los niños como consecuencia de un resfrío o infección respiratoria, que es una infección del oído medio. La «otitis de la pileta» provoca picazón adentro del oído, enrojecimiento e inflamación, dolor cuando se tira de la oreja infectada o se ejerce presión, secreción de pus. Requiere consulta al médico para prevenir que se agudice el caso.
Diarrea. Es la enfermedad que más se transmite en las piletas. Las personas que tengan diarrea, o que la hayan tenido en los últimos 15 días, pueden contaminar el agua de las piscinas con gérmenes como el Cripto (forma abreviada de Criptosporidium), Giardia, Shigella, Norovirus y E. coli. Todos pueden permanecer desde minutos hasta días en las piscinas.
Sarpullidos. Si una persona está por un largo rato en contacto con agua contaminada, es probable que contraiga foliculitis o dermatitis. Se trata de una erupción provocada por el Pseudomonas aeruginosa. Es más frecuente en jacuzzis. El sarpullido suele desaparecer unos días, sin necesidad de tratamiento médico. Sin embargo, si dura más de una semana es necesario consultar con un especialista.
Infecciones respiratorias. Suelen registrarse en nadadores de piletas con aguas cálidas, ya que se exponen al riesgo de inhalar vapor o rocío de una piscina o jacuzzi que contiene gérmenes nocivos. La enfermedad respiratoria causada por Legionella y origina hasta en neumonía.
Irritación de los ojos y pulmones. Después de estar mucho tiempo en el agua, los ojos suelen quedar rojos, la nariz irritada y la garganta con picazón. Esto se debe a que mucha veces el cloro utilizado para desinfectar se combina con el sudor, la suciedad, los restos de piel o productos de higiene personal y se transforma en agentes irritantes químicos llamados cloraminas. Es la Cloramina la responsable de las irritaciones o la tos bastante común al salir de la pileta.
Hongos en manos y pies. Uno de los efectos adversos más frecuentes de pasar un gran día de pileta es contraer hongos. La micosis (nombre técnico) es común ya que la piscina y la humedad de los vestuarios son un ambiente ideal para su propagación. Por eso es importante evitar caminar descalzo en lugares públicos y no compartir calzado. También tener en cuenta que la sudoración excesiva favorece la proliferación de los hongos. Para prevenir que esto suceda, se recomienda tomar duchas a lo largo del día limpiando las zonas propensas a desarrollarlos.
Parásitos intestinales. Se presentan cuando una persona traga los huevos de los parásitos que están en superficies contaminadas o en los dedos. A pesar de que los niveles de cloro que se encuentran en las piscinas no son lo suficientemente altos como para matarlos, la presencia de una pequeña cantidad en decenas de litros de agua hace que la posibilidad de infestación sea poco probable.
Cómo prevenir los contagios en el agua
- Quienes sufren diarrea no deben bañarse en piletas ya que pueden contaminar el agua con los gérmenes.
- Usar cloro es fundamental para desinfectar las piscinas. Debe controlarse periódicamente que su nivel no sea
excesivamente alto o bajo, y para ello existen tiras de prueba que permiten su medición. - No bañarse en agua que esté estancada.
- Lavarse bien las manos con agua y jabón al salir de la piscina.
- Secar bien los oídos después del baño con una toalla, de manera suave, inclinando la cabeza hacia los lados para que salga el agua.
- Muchos niños tragan agua al utilizar ciertos juguetes en las piscinas, por eso se recomienda que no los usen.
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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