27 enero, 2021
El calor aprieta y el verano es señal más de vacaciones que de estudios, pero la vuelta a la escuela aún en contexto de COVID-19 está en boca de todos.
La falta de clases presenciales tuvo un impacto muy fuerte sobre la salud emocional infantil. La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) hizo un llamado a reabrir las aulas para que los niños y las niñas puedan retomar el aprendizaje social. Así como lo hizo UNICEF, los pediatras de la SAP subrayaron en un documento la importancia de la presencialidad.
La necesidad y urgencia de la vuelta a la escuela se vuelve más imperiosa y adquiere otro grado de gravedad en niños y niñas con menos acceso a internet o que han estado expuestos a abusos y violencia en sus hogares.
Aulas abiertas y alta circulación del virus
La vuelta a la escuela está respaldada por sociedades médicas y estudios científicos, pero no está exenta de polémicas. Todavía hay una alta circulación del coronavirus y gran probabilidad de contagio. Los niños entre sí, no serían el gran problema sino entre ellos y los adultos mayores con quienes entren en contacto.
En este sentido, abrir las escuelas implica:
- aumento de viajes en transporte público y servicio de transporte escolar
- maestros que se trasladan de un colegio a otro para dar clases,
- falta de ventilación en las aulas
- falta de acondicionamiento e higiene estricta de baños
Estas características son las que podrían aumentar el riesgo de contagiar y enfermar.
Igualmente, la mayoría de los especialistas subrayan que los beneficios de la escolaridad son muy superiores a los riesgos que implica la enfermedad en los niños debido a la vuelta a la escuela.
Un estudio norteamericano pre-publicado en la revista Pediatrics evaluó la transmisión del coronavirus en 11 distritos escolares a lo largo de 9 semanas de clases presenciales el año pasado. Las conclusiones demostraron que las infecciones en las escuelas fueron muy raras. La mayoría de los contagios de niños y niñas, y maestros se produjo en la comunidad, no dentro de las aulas.
Sobre un total de casi 100.000 personas en esos distritos, se identificaron 773 casos positivos de coronavirus pero sólo 32 de ellos se produjeron en niños y niñas de edad escolar. No se reportó ningún caso de contagio de un alumno a un maestro.
Planes y polémicas en el mundo
Más de 1.600 millones de alumnos vieron interrumpidas sus clases en algún momento del año pasado, según la UNESCO. En la actualidad, las experiencias de Israel, Alemania e Inglaterra, asustan. Después de un largo período de apertura de escuelas tuvieron que imponer cuarentenas estrictas y cerrar, nuevamente . Pero lo cierto es que, en la mayoría de los países, los cierres de escuelas son excepciones más que la regla del ciclo lectivo.
En la actualidad, hay más casos infantiles que el año pasado. Israel, igualmente, planea volver a las clases el primero de febrero, cuando termine la cuarentena estricta que está llevando a cabo y los adolescentes comiencen a ser vacunados.
Por otra parte, en muchos países europeos, se registraron problemas para que los chicos tuvieran acceso a internet y a una computadora individual a la hora de hacer sus tareas. En este sentido, la situación resulta mucho más dramática en América Latina, donde las desigualdades son más marcadas y millones de chicos quedaron afuera del sistema educativo debido al aislamiento.
En Suecia, donde casi no existió cuarentena y las clases fueron presenciales durante todo 2020, se reportaron muy pocos casos de niños que requirieran internación por COVID-19, según informó Jonas Ludvigsson, pediatra del Instituto Karolinska, en la revista New England Journal of Medicine.
Un estudio realizado en dos ciudades de Noruega, tampoco encontró un riesgo aumentado de COVID-19 en niños y niñas debido a la vuelta a la escuela entre agosto y noviembre pasado.
En cuanto a Alemania, un estudio publicado en JAMA Pediatrics comparó a niños de 1 a 10 años con sus padres y encontró que la prevalencia de coronavirus era 3 veces menor en los hijos.
La realidad en Argentina
No se conocen muchos casos en el mundo como el de Argentina, donde las escuelas permanecieron cerradas prácticamente durante todo el ciclo lectivo. De ahí la ansiedad de los padres –y los chicos- por la reapertura en 2021, que será diferente según los distritos escolares.
En la ciudad de Buenos Aires, se anunció un plan para que los chicos vuelvan progresivamente a la escuela, en grupos pequeños y escalonados. El 17 de febrero empezarían su ciclo lectivo los jardines maternales; el nivel Inicial; primero, segundo y tercer grado de Primaria; y el primer ciclo de Secundaria (primero y segundo año). El 22 de febrero comenzaría el resto de Primaria. El 1 de marzo se sumaría el resto del nivel secundario, tanto en colegios públicos como privados.
En todos los casos, se aplicarán protocolos estrictos para disminuir el contacto, distancia de 2 metros entre bancos, uso de máscaras y lavado frecuente de manos. Los docentes de escuelas públicas recibirán barbijos quirúrgicos. También se planea testear regularmente a alumnos y maestros de distintos niveles, para monitorear posibles casos asintomáticos y garantizar un aislamiento temprano de los contactos.
Por su parte, las autoridades de la provincia de Buenos Aires anunciaron un plan de vacunación para los docentes y aseguraron que ningún maestro ni niño con factores de riesgo estará obligado a retomar las clases presenciales.
La escuela: una prioridad
Los expertos en Salud Pública insisten en la necesidad de observar la situación epidemiológica y la ocupación de camas de terapia intensiva en cada lugar a la hora de tomar una decisión escolar, ya que probablemente la apertura de los colegios genere un aumento de casos.
La cuestión, subrayan, no es que se produzcan casos sino que la transmisión no aumente más de lo esperable de acuerdo con la circulación viral en la comunidad.
El Centro de Control de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos recomienda para las escuelas:
- Mantener grupos pequeños de alumnos (burbujas).
- No compartir útiles escolares ni vasos.
- Ventilar regularmente las aulas, manteniendo ventanas abiertas todo lo posible.
- Expertos en aerosoles recomiendan también instalar detectores de dióxido de carbono, que permiten identificar cuando el aire de un lugar necesita ser renovado.
- Asegurar una higiene frecuente de superficies (bancos, pupitres, pizarrón, baños).
- Enseñarle a los chicos a lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón (o alcohol en gel).
- Mantener distancia y evitar el contacto en los recreos.
- Usar máscaras y colocarlas en forma correcta.
- Asegurarse de que ningún niño vaya a clase con síntomas (dolor de garganta o cabeza, fiebre, diarrea, vómitos, etc.).
Es cierto que los niños se contagian y transmiten el virus SARS-COV-2, que causa COVID-19. Pero, según distintos estudios, la mayoría de los menores de 10 años padecen la enfermedad en forma leve o, incluso, asintomática.
Cuando se abran las escuelas es posible que se registren brotes que obliguen a cerrar grados o divisiones. Pero lo importante, dicen los pediatras, es mantener estrictas medidas de prevención, rastrear y aislar rápidamente a los contactos de casos positivos y hacer un esfuerzo por garantizar la escolaridad de los chicos.
“Es indispensable la presencialidad escolar para la salud de los niños”, subraya el pediatra Omar Tabacco. “Los chicos y adolescentes sufrieron trastornos emocionales, problemas de sueño, dispepsia y otros problemas de salud por el encierro”, destacó el presidente de la SAP. “Los chicos merecen que exploremos al menos una forma híbrida de escolaridad, que incorpore la presencia además de la virtualidad a la educación”.
REDACCIÓN PENSAR SALUD
redaccion@pensarsalud.com.ar ¡Escríbinos!
Tags: covid y contagio | covid y niños | covid y salud mental | salud niños