Terninará la pandemia, pero ¿volveremos al consultorio del psicólogo?

4 enero, 2021

El año de la pandemia fue también el de la vida social mediada por tecnología. Las pantallas se transformaron en una ventana a reuniones de trabajo, al cursado de clases, a ver a la familia y, también, a las sesiones con terapeutas psicológicos.

Adaptarse a las sesiones psicológicas virtuales fue la manera que encontraron pacientes y profesionales de mantener la terapia, con todas sus posibilidades y sus limitaciones. También, fue una alternativa para quienes no estaban en tratamiento y comenzaron a sentir más preocupación, angustia y ansiedad en tiempos de aislamiento.

Lo más interesante, es que este nuevo estilo de llevar adelante una terapia psicológica, gustó a los pacientes.

Análisis «online»

Las videollamadas o comunicaciones telefónicas son los canales más utilizados para sostener las sesiones. Si bien hay una reapertura de consultorios con protocolos, muchos pacientes decidieron seguir con el contacto de manera remota, porque encontraron un espacio terapéutico tan -o inclusive, más- efectivo que el presencial.

La terapia virtual llegó para quedarse, al menos en este 2021 que recién comienza.

“Trabajo con niños, adolescentes y adultos. La terapia virtual ayudó a que podamos sostener el vínculo. Hay casos en los que funciona bien, pero no creo que sirva para todos. En niños muy pequeños a veces se torna difícil, sobre todo porque requiere de tiempos, usos de espacios y juegos que se dejan de utilizar mediante una pantalla y no siempre están dispuestos a probar con opciones virtuales. En el caso de adultos, como el principal recurso es la palabra, es más simple la adaptación”, señala la Licenciada en Psicología y Psicoanalista, Flavia Ponti.

Superar dificultades de la terapia virtual

La “nueva normalidad” requiere que terapeutas y pacientes acuerden de qué manera, con qué posibilidades y bajo qué condiciones llevarán adelante el tratamiento. Y entonces aparecen las dificultades.

“La virtualidad presenta posibilidades, pero también desventajas. En algunos casos no está garantizada la confidencialidad porque el paciente no tiene la privacidad que requiere una terapia en su casa. Y entonces hay temas que siente que no puede abordar por temor a que lo escuchen sus convivientes. Otra dificultad que suele presentarse es la conectividad, porque no siempre es buena la conexión a la red, hay muchas interrupciones y eso conlleva distracciones”, detalla Ponti.

Ya no tener que viajar para ir a terapia también eliminó los pensamientos que se superponían en el traslado hasta el consultorio y todas las reflexiones del regreso a casa luego de lo charlado durante la sesión.

“El viaje habilitaba todo un tiempo previo y posterior a la terapia de reflexión que al hacerla desde casa no siempre se le destina. Y que es necesario. Es un planteo recurrente con los pacientes”, afirma.

Nuevos recursos para explorar

La tecnología abre un abanico de posibilidades, como incorporar juegos de realidad virtual para atender fobias, intercambiar roles, consultar material audiovisual y/o utilizar las redes sociales.

“Con niños y adolescentes empezamos a incluir muchos recursos que de forma presencial no utilizábamos. Las redes virtuales hoy son herramientas y podemos profundizar más allá de la palabra. Hay muchos recursos tecnológicos que son un buen complemento terapéutico”, indica Ponti.

Hasta antes de la pandemia, la mayoría de los psicoterapeutas consideraban positiva la utilización de recursos tecnológicos en programas de prevención y tratamiento de problemas leves o moderados, pero se mostraban cautelosos por la falta de una relación terapéutica y apoyo profesional presencial y porque requerían de investigación científica que demuestre su efectividad.

“Entre los psicólogos argentinos se reconocen los prejuicios y/o el desconocimiento para emplear recursos tecnológicos en su práctica profesional cotidiana. A [estas] dificultades se suma la necesidad de un mayor número de investigaciones para ampliar su validación, aunque ya existe suficiente evidencia empírica que informa buenos resultados”, señala un grupo de investigadores en el documento Conocimiento y uso de tecnologías digitales en psicoterapia entre los psicólogos de Buenos Aires

La transferencia en tiempos de virtualidad

En términos de escucha y transferencia, la virtualidad trae aparejados nuevos desafíos.

El doctor en Psicología, psicoanalista, docente e investigador, Manuel Murillo plantea en Cuatro reflexiones sobre la transferencia psicoanalítica a partir de la pandemia que, sostener la terapia “no es meramente poder seguir a través de sesiones virtuales. Es poder retomar la palabra con un paciente que ahora está en situación de aislamiento por una pandemia. Y si no, en situación de excepción laboral, en un afuera saturado de temores, cuidados o segregaciones, por el mismo fenómeno”

“La situación requiere de las más singulares maniobras transferenciales. Algunos pacientes quieren o simplemente se avienen a continuar trabajando a través de sesiones virtuales pero otros no quieren hacerlo. Porque por razones particulares en cada caso es evidente que no es lo mismo, ni resulta ser el mundo ni el sujeto el mismo que antes de la pandemia”, advierte Murillo.

En cuanto a los pacientes, muchos manifiestan que no piensan volver al consultorio. «De pronto me doy cuenta de que así estamos muy bien, y que me ahorro todo el tiempo de viaje en colectivos, porque la psicóloga atiende lejos de mi casa», dice Mercedes, que viene llevando adelante su terapia en Buenos Aires hace más de diez años.

«Al principio no me gustaba mucho la idea. Pero ahora me siento cómoda con esta dinámica. Llevo a mi terapia conmigo adonde quiera que vaya. Pienso en que podría irme a la ciudad y podría continuar perfectamente con las sesiones».