Asbesto en Argentina, estado de situación de un riesgo que persiste

28 marzo, 2023

No se ve, ni se huele y hace 20 años que fue prohibido en Argentina. Sin embargo, el asbesto -o amianto- sigue siendo una amenaza para la salud pública. Según la Organización Mundial de la Salud, en el mundo hay unos 125 millones de personas expuestas al asbesto en el lugar de trabajo. Se calcula que la mitad de las muertes por cáncer de origen laboral son causadas por el asbesto. Además, cada año se producen varios miles de muertes atribuibles a la exposición doméstica al asbesto. Aquí un estado de situación sobre el asbesto en Argentina.

El problema del asbesto

Existen diferentes tipos de amiantos: blanco, azul y marrón. Se trata de un grupo de minerales fibrosos que fueron utilizados por la industria debido a sus propiedades resistentes al fuego, la corrosión y el calor.

Todos fueron catalogados como probados cancerígenos, según la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC). Las fibras de asbesto son microscópicas. Al ser inhaladas, pueden causar enfermedades pulmonares como el mesotelioma, la asbestosis y el cáncer de pulmón.

Su presencia persiste en estructuras y edificios antiguos. “Es un problema silencioso. Con la prohibición se limitó mucho la exposición de la población, especialmente en el entorno laboral. Pero, como se trata de una fibra mineral, no se va a degradar o desaparecer. No se producen nuevos riesgos, pero persisten los que ya estaban”, asegura Eduardo Scarlato, médico toxicólogo y miembro de la subcomisión de toxicología laboral de la Asociación Toxicológica Argentina.

Fibrocemento, un material muy habitual

El experto pone como ejemplo el fibrocemento (mezcla de cemento y asbesto), uno de los materiales de construcción más usado en Argentina durante décadas. Se hacían placas aislantes para paredes y techos, tuberías y tanques de fibrocemento.

estado de situacion sobre el asbesto en Argentina

“Ya no se produce más, pero hay muchas construcciones antiguas que lo tienen. Incluso en las viviendas puede haber tanques de agua de fibrocemento o depósitos del inodoro. Esto no significa que las personas que viven allí estén en riesgo. La exposición es más alta cuando estos elementos se retiran sin la correcta protección o cuando terminan en un basural”, explica Scarlato.

El verdadero aspecto crítico es movilizar el asbesto del lugar donde se haya emplazado, independientemente de que aún se lo pueda encontrar en construcciones anteriores al 2.ooo -año de su prohibición en Argentina-.

«Al serruchar, perforar, taladrar, clavar o romper un material que contiene asbesto, se libera un número de fibras flexibles que pueden permanecer suspendidas en el aire en tiempos prolongados. Al ser inhaladas se depositan en los pulmones generando daños irreversibles y siendo causa principal de múltiples enfermedades» (Asbesto, salud y trabajo, Ministerio de Salud de la Nación, 1999)

Se considera que es más peligroso retirarlo, que dejarlo -mientras esté en buenas condiciones- hasta que se cuenten con las medidas de seguridad adecuadas, contratar a personal especializado y hacer una disposición final como residuo peligroso. Lo que de por sí es una tarea siempre onerosa para un individuo y más apropiada para entes municipales.

Estado de situación sobre el asbesto en Argentina

A pesar de la prohibición que comenzó a regir en 2003 (por resoluciones del Ministerio de Salud de la Nación números 845/2000 y 823/2001), el asbesto sigue siendo una problemática de salud pública, especialmente en edificios y estructuras públicas.

Cada tanto se detecta su presencia en alguna escuela del país. En 2019 se encontró asbesto en vagones del subte de la ciudad de Buenos Aires. Fueron flotas compradas a España y Japón, cuyos vendedores supuestamente no habían declarado la presencia de este material. El gobierno de la ciudad diseñó un plan para retirar el asbesto de los trenes existentes. Ya se logró quitar de 500 vagones, pero hay más de 200 que todavía necesitan ser tratados.

“Es importante que los trabajadores y la población sean conscientes de que este problema puede existir. Los riesgos químicos no respetan intereses particulares. Nos tenemos que cuidar como comunidad”, asegura Scarlato.

El experto explica que las personas que trabajan con asbesto (en el desguace de barcos o en en demoliciones, por ejemplo) deben estar capacitados y bien protegidos. “Pero no es un problema de una industria en particular. El asbesto puede estar en nuestro hogar. Debemos saber que se debe disponer como residuo peligroso”, explica.

Mesotelioma, el tumor que “huele” a asbesto

Una enfermedad casi exclusivamente ligada a la exposición al asbesto es el mesotelioma. Se trata de un tumor maligno que afecta a la membrana que recubre los órganos internos del cuerpo, como los pulmones, el corazón o el abdomen.

Un estudio sobre esta enfermedad determinó que en Argentina habían fallecido 3.259 personas por esta causa entre 1980 y 2013. En 1980 la tasa de mortalidad fue 3,1 fallecidos cada millón de habitantes y de 5,7 en 2013. Estas cifras resultaron más altas que en Brasil, donde la producción y el uso del asbesto fue mayor. En Argentina, este mineral se extrajo hasta la década de 1970. “Los casos de mesotelioma indican que la exposición al asbesto siguió ocurriendo en el país”, indica el informe.

Y señala que el material se comenzó a importar. Por ejemplo, en 2013 ingresaron al país 100 toneladas, a pesar de que ya regía la prohibición. Además de una falta de control, Scarlato explica que entre la exposición al asbesto y el desarrollo del tumor suele haber un periodo de latencia.

“En la exposición crónica la persona va inhalando asbesto por mucho tiempo, aunque en bajas dosis. Luego, puede dejar de estar expuesto, pero pasados varios años -incluso 15 años- desarrolla el tumor”, comenta.

La publicación señala la necesidad de que se realicen estudios sobre la distribución de la mortalidad por mesotelioma entre los grupos ocupacionales y ramos de actividad económica, así como el mapeo de fuentes de exposición ocupacional y ambiental, fundamentales para la prevención.

Y agrega con relación a la situación del asbesto en Argentina: “Es necesario acompañar la prohibición del uso, extracción e importación, con la remoción segura de sus productos y el adecuado destino de los desechos”.

En tanto, Scarlato apunta: “Convivimos cotidianamente con riesgos químicos, como el asbesto. Mal manejados pueden llevar a un problema de salud. Por eso hay que alertar a las personas para tomar conciencia, pero no para volverse químico-fóbicos”.

Monitorear el asbesto, además de prohibirlo

Además de la prohibición, la OMS propone otras medidas para evitar la exposición al asbesto:

  • Identificar y etiquetar los productos y edificios que contienen asbesto.
  • Controlar la exposición ocupacional con mediciones periódicas del nivel de asbesto en la atmósfera.
  • Controlar la exposición ambiental en los vecindarios cercanos a fuentes de asbesto.
  • Realizar una correcta disposición final del asbesto retirado de edificios y tratarlo como un residuo peligroso.
Por Lucas Viano @LucasViano
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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