13 noviembre, 2017
Los avances en tecnología y salud han permitido estudiar más profundamente la flora intestinal. Cada vez hay más evidencias sobre la relación entre ésta y las posibilidades de desarrollar enfermedades neurológicas. El Alzheimer, entre otras patologías. De hecho, nuestros intestinos están colonizados por alrededor de 100 billones de microorganismos, de 300 a 1000 especies diferentes.
El estudio de las bacterias
El estudio de las bacterias que habitan nuestro organismo y su relación con enfermedades como autismo, cáncer, diabetes o Alzheimer ha sido posible gracias a los avances tecnológicos. Estos permitieron identificar, catalogar y caracterizar el microbioma, incluso dio lugar a una nueva disciplina, la microbiómica.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Bristol confirmó la participación de la microbiota intestinal en el proceso inflamatorio del tejido cerebral de pacientes de Alzheimer. Otra publicación del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Cork demostró que las bacterias de los intestinos se comunican con el cerebro a través de diversos mecanismos que influyen en los procesos neuronales.
Ahora, un grupo de científicos argentinos participará en un equipo seleccionado por la Unión Europea para estudiar precisamente la relación entre los alimentos que componen la dieta, la microbiota intestinal y la enfermedad de Alzheimer. Se desarrollará en el marco del programa “EU-LAC Health Neurodegeneration” para encontrar nuevas estrategias de prevención del Alzheimer, una enfermedad que afecta a uno de cada dos mayores de 80 años.
Alimentación, flora intestinal y daño neuronal
No hay duda de que una dieta saludable, baja en grasas y azúcares, es beneficiosa para el cerebro y el sistema nervioso. Pero hasta ahora no se había estudiado en profundidad cómo impacta una nutrición poco saludable en la microbiota intestinal. No se tenía en cuenta la comunicación que existe entre estos microorganismos y el cerebro.
Según las hipótesis de los científicos, mejorar la flora intestinal mediante la incorporación de alimentos como prebióticos o probióticos tendría efectos preventivos y terapéuticos. En la base está la interacción entre la dieta, la microbiota y la comunicación entre el intestino y el cerebro.
En realidad, los factores genéticos no alcanzan para explicar el riesgo de desarrollar Alzheimer. Por eso los expertos en salud, tecnología y medio ambiente exploran activamente otros factores. Entre ellos la relación entre estilo de vida, educación y hábitos alimentarios con la aparición de la enfermedad.
Un panorama promisorio
Estas alentadoras noticias representan un panorama promisorio frente a la enfermedad de Alzheimer. Este trastorno es más común de lo que se cree, pese a que la enfermedad no tiene cura y empeora con el tiempo. Su síntoma más común es una severa pérdida de memoria que afecta las actividades diarias de las personas que la padecen. Además, como el 70 % de las personas con Alzheimer viven en sus hogares, las dolorosas consecuencias de la enfermedad afectan a familias, cuidadores y amigos.
Por esto, todo avance en tecnología y salud que ayude a mejorar la prevención de esta terrible enfermedad es más necesario que nunca. El aumento en la expectativa de vida habilita las posibilidad de disfrutar una vejez activa y saludable.
PENSAR SALUD
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