20 diciembre, 2022
Motivado en que podían dañar su salud, durante muchos años se prohibieron los ejercicios de fuerza para niños y adolescentes. Pero ese mito quedó atrás, hasta el punto de que muchos pediatras recomiendan este entrenamiento. E, incluso, puede ser una buena estrategia incorporarlo dentro de un tratamiento contra obesidad pediátrica.
Mitos sobre entrenamiento de fuerza en niños y adolescentes
El entrenamiento de fuerza consiste en ejercitar la capacidad del individuo para vencer una resistencia. Se puede realizar con diferentes medios: el propio peso corporal, bandas elásticas, mancuernas, barras, muro sueco, máquinas, poleas, etc.
En las décadas anteriores, los menores de 18 años tenían prohibido ir al gimnasio o realizar ejercicios de fuerza. El argumento era que podían generarse lesiones del cartílago de crecimiento.
También se decía que este tipo de actividad física iba en contra del crecimiento en niños y adolescentes, porque podía reducir su talla final.
Los médicos los recomiendan
Fernando Ulloque, pediatra y médico deportólogo, asegura que todos estos supuestos son errados y ya quedaron atrás. Además, señala que a veces hay una sobreprotección de los niños para alejarlos de la actividad física por temor a que les ocurra algo.
“Está demostrado que, siguiendo ciertas pautas, los niños pueden aumentar su fuerza, sin perjudicar su crecimiento y desarrollo normal”, asegura. En realidad, la mayoría de las lesiones se producen por técnicas inapropiadas y/o por la falta de supervisión calificada.
En un documento de consenso, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) también recomienda el entrenamiento de fuerza en la infancia y la adolescencia, siempre con supervisión de personal capacitado para trabajar con este grupo etario.
Sin embargo, agrega algunos riesgos que puede tener esta práctica:
Síndrome de sobreentrenamiento. El entrenamiento excesivo con una inadecuada recuperación puede tener consecuencias psicosociales negativas. Imponerles metas competitivas también puede resultar riesgoso.
Consumo de sustancias. Está contraindicado el consumo de esteroides y otros suplementos en el caso de jóvenes.
Entrenamiento según la edad
El entrenamiento específico de fuerza puede iniciarse desde los 8 años, según la SAP.
Entre los 4 y 8 años el trabajo físico es más general y busca la maduración del componente fuerza. Como el niño está consolidando la bipedestación, se recomiendan las actividades lúdicas del tren superior para su desarrollo (lanzamientos, trepadoras, reptación, juegos de arrastre, etc.).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere que los niños y adolescentes realicen, como mínimo, 60 minutos diarios de actividad física aeróbica de intensidad moderada a vigorosa y actividades de fortalecimiento muscular y óseo, al menos, tres veces por semana.
Beneficios de entrenar la fuerza en niños y adolescentes
El beneficio más obvio de entrenar fuerza es un aumento en la potencia muscular. Pero también hay evidencias de otros beneficios:
- Aumenta la densidad mineral ósea.
- Reduce el riesgo de lesiones en el deporte porque mejora el desempeño de las habilidades motoras como saltar, lanzar, correr, etc.
- Mejora la función cardiovascular.
- Reduce los factores de riesgo metabólicos en niños y adolescentes con sobrepeso u obesidad: incrementa la sensibilidad a la insulina, mejora el perfil lipídico en sangre y disminuye el tejido adiposo a nivel central.
- Mejora la percepción de la imagen corporal e incrementa la confianza en sí mismo.
- Genera bienestar psicosocial.
- Mejora el rendimiento académico.
- Genera mayor adherencia a la realización de actividad física de por vida.
Prescripción de entrenamiento de fuerza contra la obesidad infantil
Ulloque cree que el entrenamiento de fuerza no solo es una alternativa para el tratamiento de la obesidad infantil y en adolescentes, sino que debería prescribirse siempre que se pueda.
“Es indispensable para enriquecer el acervo motor de todo niño y preparar su cuerpo, desarrollando una capacidad fundamental para una vida saludable. Lamentablemente hay mitos que cuesta desterrar, por lo que no se indica sistemáticamente, ya sea por temor o ignorancia”, asegura.
Los niños obesos tienen dificultades para realizar actividades aeróbicas como correr, ya que el exceso de peso aumenta el riesgo de lesiones en los músculos y los huesos. Pero además, poseen menos habilidades motoras y baja confianza en sí mismos. Es por ello que el entrenamiento de fuerza puede ser la mejor opción para que esta población realice actividad física.
“El entrenamiento de fuerza, junto con la educación nutricional y el asesoramiento conductual, pueden ser el inicio de una actividad física sostenida en el tiempo, ya que logran confianza en sí mismos, mejoran la fuerza muscular y favorecen las interacciones sociales agradables”, señala el documento de la SAP. Esto genera mayor adherencia a la actividad.
Un revisión científica de 2022 basada en 21 estudios, en los que se evaluó el impacto de los ejercicios de fuerza en adolescentes obesos, encontró que este tipo de actividad física es eficaz para mejorar la fuerza muscular, la aptitud cardiorrespiratoria y ayuda a reducir la grasa corporal, el perímetro de cintura y el índice de masa corporal.
Supervisión profesional y diferentes alternativas
Ulloque insiste con que el trabajo se realice bajo la supervisión de profesionales capacitados. “Un niño no es un adulto de poco peso, sino un ser en constante cambio, es decir, en un proceso dinámico que no es igual para todos», sostiene. Por ello, sugiere que los padres tomen nota de quiénes están a cargo de la formación deportiva de los hijos, tanto en la escuela como en el club o academia.
También aclara que entrenar fuerza no significa que el niño o adolescente tenga que ir al gimnasio. “Se puede hacer trabajo aeróbico en el gimnasio y realizar trabajos de fuerza al aire libre. Las metodologías pueden variar mientras prevalezca la idoneidad de quien dirija el entrenamiento”, señala.
Por Lucas Viano @LucasViano
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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