21 septiembre, 2020
En el inicio de la primavera del Hemisferio Norte se tranquilizaron los ánimos con la idea de que los virus respiratorios suelen ser estacionales, cuando hace frío y el ambiente es más seco. En parte era cierto: el verano europeo trajo disminución de contagios y de casos de COVID-19. Aunque no bien se reanudaron las actividades cotidianas, una nueva ola de casos en España y Gran Bretaña comenzó a abatir la esperanza.
¿Sol? ¿Humedad? ¿Temperatura? ¿Aire? ¿Qué se aprendió sobre COVID-19 y clima en estos meses?
Los virus pandémicos se mueven diferente
El invierno recién concluido en Argentina generó un recrudecimiento de la transmisión viral, especialmente en Buenos Aires. Ahora la pregunta que muchos se hacen es si disminuirá la curva de casos en primavera, incluso ahora que se trasladó también a otras provincias.
Los científicos lo dudan. En marzo pasado, durante la primavera del Hemisferio Norte, decenas de estudiantes universitarios de Texas se contagiaron durante una escapada de vacaciones al Cabo San Lucas, en México.
Como mostró la pandemia de gripe A H1N1 hace una década, los virus pandémicos se mueven de una forma diferente a los estacionales. Las variables climáticas influyen menos, por lo que hay que estudiarlos uno por uno para analizar las preferencias de los microorganismos en términos de temperatura, luz y humedad.
El equipo de Donald Milton, en Estados Unidos, y de Lydia Morawska, en Australia, lleva adelante complejos experimentos que incluyen estornudos, toses, cantos. Estos investigadores confirmaron que el virus se transmite por aire al respirar y hablar. No solo eso. En el caso del COVID-19,
- La transmisión aérea llega más lejos y
- las partículas virales pequeñas se mantienen en los ambientes cerrados por más tiempo de lo que se creía.
Transmisión aérea
“Emitimos plumas virales al respirar y al reír que afectan el espacio de otros”, advirtió Julian Tang, virólogo clínico de la Universidad de Leicester. “Por eso es tan importante ventilar los ambientes para que el aire se renueve. Y también es fundamental usar máscaras en lugares cerrados con gente”, insistió el experto en un reciente seminario organizado por la organización “La Salud Ambiental Importa” (Environmental Health Matters Initiative) de la Academia Nacional de Ciencia, Ingeniería y Medicina de los Estados Unidos.
Mientras las gotas de los estornudos o la tos caen al suelo antes de viajar dos metros, los aerosoles que contienen partículas virales muy pequeñas pueden viajar ocho metros, según Lydia Borouiba, investigadora en mecánica de fluidos del MIT. Además, las partículas con capacidad de infectar se mantienen suspendidas hasta 16 horas, reveló un reciente estudio publicado por el Centro de Control de Enfermedades – CDC).
Los expertos recomiendan imaginar la “pluma” de partículas emitida por las personas al hablar, reír, cantar o gritar como la nube con olor a cigarro que nos llega cuando alguien fuma en las cercanías. Hay que mantenerse a suficiente distancia para no olerlo cuando se está sentado en un bar. Y siempre observar de dónde sopla el viento para elegir una mesa al aire libre en un restaurante.
También el tiempo de exposición al virus influye en la probabilidad de contagio.
“Es más peligroso sentarse durante un tiempo prolongado a comer con otras personas que cruzarse con alguien en el pasillo o el ascensor del edificio durante un minuto”, señaló el infectólogo Robert Schooley, de la Universidad de California en San Diego.
“Cuanto más fuerte se habla, más lejos llega el virus”, agregó el ingeniero William Ristenpart.
Humedad y sol
La humedad del ambiente parece ser decisiva para la supervivencia del nuevo coronavirus. “La humedad controla el tamaño de la partícula”, explicó Linsey Marr, profesora de Ingeniería Civil y Ambiental en el instituto Virginia Tech, de Estados Unidos. “Del tamaño de la partícula, dependerá en qué parte del tracto respiratorio se deposita”. Las más grandes se quedan en la nariz y la laringe, mientras que las pequeñas llegan hasta los últimos resquicios de los pulmones.
Como ya sabían los antiguos médicos que luchaban contra las pestes, la luz del sol es un poderoso aliado a la hora de luchar contra los virus. Según Emmie de Wit, investigadora de los laboratorios Rocky Mountains del NIAID, de los Estados Unidos, los aerosoles del SARS- COV-2 pueden mantener su capacidad infectiva durante tres horas o más.
Sobre sol, temperatura, humedad y COVID-19 ¿Qué se afirma, en definitiva?
- A menos temperatura y menos humedad, más estable es el virus.
- A 20 grados de temperatura y, a medida que aumenta la humedad, el virus se vuelve más inestable y decae.
- En la oscuridad, la vida media del virus es de una hora.
- Al sol, el virus dura menos de 6 minutos.
“Es buena idea mantener todas las reuniones al sol”, afirmó la viróloga de origen holandés que estudió la influenza A H1N1 y el Ebola antes de concentrar sus esfuerzos en el nuevo coronavirus.
La curva no desciende
Los experimentos de laboratorio sugieren que en ambientes más cálidos y con mayor humedad, el virus se vuelve inestable y vive menos tiempo. Sin embargo, no desaparece del todo. Después de todo, la epidemia se extendió rápidamente en Estados Unidos durante la época más caliente y húmeda del verano.
Los expertos coinciden en que una humedad del 40 al 60% es lo mejor para evitar la acción de virus respiratorios.
En cuanto a la temperatura, se ha señalado que la curva de casos se achata a medida que aumenta el calor, pero un estudio realizado en ciudades de Brasil mostró que la curva no desciende tras llegar a los 26 grados y los contagios continúan.
El problema es que el clima externo no puede modificarse. Y que la mitad de los asintomáticos transmite el virus sin toser ni estornudar. En estas condiciones, en la primavera del Hemisferio Sur lo recomendable es:
- utilizar siempre una máscara para tapar la boca y la nariz,
- mantener la máxima distancia posible respecto de otras personas, y
- no permanecer mucho tiempo en lugares concurridos.
Evitar los picnics con amigos sería sensato esta primavera.
PENSAR SALUD
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