
14 abril, 2025
En los últimos años, hablar de identidad de género se ha vuelto más común en los medios, en las escuelas, en el ámbito laboral y en los espacios de salud. Sin embargo, muchas personas aún sienten confusión o miedo de “equivocarse” cuando se trata de hablar, tratar o vincularse con personas trans, no binarias u otras identidades diversas. La buena noticia es que no hace falta ser experto en leyes para respetar a los demás: alcanza con abrir la mente, escuchar y actuar con empatía.
¿Qué es la identidad de género?
La identidad de género es la vivencia interna y personal del género, tal como cada persona la siente, más allá del sexo asignado al nacer. Puede coincidir con él (identidad cisgénero) o no (identidad trans, no binaria, entre otras).
Es algo profundamente íntimo y genuino. No se elige ni se impone: se reconoce, se afirma y se vive.
¿Por qué es importante respetarla?
Porque negar o invisibilizar la identidad de una persona afecta su salud mental, emocional y física. Estudios muestran que el rechazo, la discriminación y el maltrato hacia personas trans o no binarias generan mayores tasas de depresión, ansiedad y suicidio. En cambio, cuando una persona es respetada por quién es —por su nombre, sus pronombres y su expresión—, su calidad de vida mejora significativamente.
Respetar la identidad de género no es solo un acto de cortesía: es una forma concreta de cuidar la salud y los derechos humanos.
¿Y si no conozco la Ley de Identidad de Género?
No es necesario saberse cada artículo para actuar con respeto. Aun así, vale la pena saber que Argentina cuenta con una de las leyes más avanzadas del mundo en esta materia.
La Ley 26.743, sancionada en 2012, reconoce el derecho de toda persona a:
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Ser tratada de acuerdo con su identidad de género
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Ser llamada por su nombre elegido y usarlo en documentos oficiales
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Acceder a tratamientos médicos (como hormonización o cirugías) si así lo desea, sin necesidad de judicialización
Este marco legal respalda algo muy simple: cada persona sabe quién es, y tiene derecho a vivir libremente su identidad.
¿Cómo puedo abordar esta temática con respeto si no sé mucho?
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Escuchá y preguntá con humildad: Si tenés dudas sobre cómo referirte a alguien, podés decir con respeto: “¿Qué pronombres usás?”, o “¿Cómo querés que te nombre?”. Las personas agradecen ser tratadas con interés genuino.
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Evitá asumir: El género no se deduce por la ropa, la voz ni los gestos. Si no lo sabés, mejor preguntar que asumir.
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Respetá el nombre elegido: Incluso si no coincide con el documento, el nombre que una persona elige para sí es parte de su identidad. Usarlo es una forma básica de validarla.
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Informate de a poco: No hace falta saber todo de golpe. Podés leer, mirar contenidos o escuchar testimonios que te ayuden a comprender mejor.
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Corregí con naturalidad si te equivocás: Todos podemos cometer errores. Lo importante es pedir disculpas, corregirse y seguir adelante sin hacer sentir incómoda a la otra persona.
Respetar es cuidar
En los hospitales, escuelas, oficinas o redes sociales, el respeto por la identidad de género es parte de una cultura del buen trato. Es un gesto de humanidad, de empatía y de justicia.
No hace falta entenderlo todo, pero sí tener la voluntad de aprender y de mirar al otro como un igual. En una sociedad diversa, la inclusión no es una excepción: es la regla para construir vínculos más sanos y espacios más seguros para todxs.
OSPAT PARA TODOS