19 abril, 2023
A la hora de practicar ejercicio para cuidar la salud, hasta caminar funciona. Pero hay deportes que son más eficaces que otros para mantener los músculos tonificados y las articulaciones, aceitadas. La natación es, quizás, la actividad física más recomendable por sus probados beneficios a nivel físico y mental. Practicados en forma individual o en grupo –conocida como “acqua gym- , los ejercicios en el agua casi no tienen contraindicaciones.
La recomendación general es nadar en forma moderada o vigorosa durante 30 a 45 minutos por semana. Los 5 beneficios generales de la natación son:
- Bajar de peso
- Favorecer la movilidad y disminuir el dolor de las articulaciones
- Fortalecer la musculatura y el tono muscular
- Relajar la mente y contrarrestar el estrés
- Dormir mejor a la noche
Los nadadores tienen la mitad de riesgo de morir que las personas sedentarias, y también aventajan a caminantes y runners en su sobrevida. Incrementar progresivamente los metros y el tiempo de nado es la mejor forma de conseguir resultados beneficiosos, aunque incluso caminar en el agua o hacer ejercicios aeróbicos en ella tiene efectos notorios a nivel óseo y articular.
Para qué pacientes es mejor
Aunque la natación es frecuentemente recomendada en ancianos y en quienes sufren artritis para mantener el sistema osteoarticular, el principal beneficio a todas las edades es cardiovascular: la natación favorece la circulación sanguínea y la oxigenación de los tejidos, normaliza la presión arterial, reduce la frecuencia cardíaca y refuerza los músculos que participan en la respiración y la marcha. De este modo, la natación colabora en la prevención de infartos de miocardio y cerebrales.
La natación es especialmente aconsejable en mujeres cercanas a la menopausia, ya que tonifica la musculatura, contrarresta la osteoporosis y disminuye el depósito de grasas en las arterias y en el abdomen. También se recomienda nadar a chicos y adultos con asma, siempre que las piscinas no contengan demasiado cloro y la temperatura sea agradable.
Según un pequeño estudio brasileño realizado con estudiantes obesos, la natación recreacional –no competitiva- durante un año mejora su perfil cardiometabólico, baja la presión arterial y disminuye su grasa corporal. En tanto el agua brinda sostén y da sensación de liviandad, la natación es aceptada por niños y jóvenes con sobrepeso, que adhieren más a este tipo de ejercicio que a otros más competitivos, según señalan los investigadores liderados por Elizabeth Machado, de la Universidad de Río de Janeiro. Sin embargo, todavía es preciso luchar contra la estigmatización que sufren las personas obesas cuando muestran sus cuerpos al nadar.
La actividad acuática también tiene resultados positivos en pacientes con enfermedades neurológicas, especialmente en quienes padecen secuelas motoras de un accidente cardiovascular (ACV). Existen programas especializados en natación para el cerebro, no sólo para promover el crecimiento de terminaciones nerviosas y fomentar las conexiones neuronales sino también para mejorar la performance cognitiva, especialmente en adultos mayores.
Precauciones
La liberación de neurotransmisores y endorfinas durante la natación contribuye a lograr un estado de relajación y a disminuir la ansiedad y la depresión, según mostraron varios estudios. Algunos de estos neurtransmisores también contribuyen a contrarrestar el dolor crónico.
En cambio, los pacientes con Parkinson que reciben estimulación profunda mediante electrodos para controlar sus movimientos no deberían nadar, ya que el área cerebral estimulada puede afectar la capacidad para coordinar movimientos y mantenerse a flote.
Se aconseja nadar siempre en agua a una temperatura entre 26 y 33 grados. En los países del norte se promueve la natación en aguas frías o heladas al aire libre para mejorar la circulación, la regulación hormonal y el ánimo, mientras disminuye la presión arterial y las infecciones. Sin embargo, los médicos advierten que este tipo de prácticas sólo deben realizarse cuando se tiene buena salud y se está entrenado progresivamente en la inmersión en agua fría.
El agua a 5 grados o menos puede generar hipotermia y disparar trastornos cardíacos (arritmias, muerte súbita) y pulmonares (edema, tos). Hay que tener en cuenta que, cuando el cuerpo humano llega a una temperatura de 25 grados, ocurre generalmente un paro cardiorespiratorio que conduce a la muerte. El riesgo de tener un shock en la inmersión o tras permanecer mucho tiempo en agua helada no puede dejar de subrayarse, concluyó recientemente un grupo de expertos en salud deportiva.
Por Alejandra Folgarait @alefolgarait
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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