17 febrero, 2021
En 2020, Argentina vivió la peor epidemia de dengue desde 2016. Pero, por el momento, este año se presenta más tranquilo y el fantasma del “coronadengue” parece lejos.
Sin embargo, no hay que engañarse. La crisis climática traerá más enfermedades transmitidas por insectos y lo de este año apenas sería una pausa propia del comportamiento cíclico que tiene este virus, aseguran expertos.
En la temporada pasada (2019-2020), desde agosto a diciembre de 2019 ya se habían confirmado 13 casos autóctonos en Misiones, ocho probables en otras provincias y 26 importados en diferentes partes del país.
En el mismo periodo del 2020, solo se confirmaron 6 casos. De todas formas, la epidemia de la temporada pasada alcanzó su pico entre marzo y mediados de mayo. Todavía falta días por recorrer.
Efecto de la pandemia
Elizabet Estallo, investigadora del Conicet en el Instituto de Investigaciones Biológicas y Tecnológicas de Córdoba, explica que el virus comienza a circular en las zonas limítrofes porque los países vecinos tienen dengue endémico, es decir, que circula todo el año.
“Al haber intercambio y circulación de personas, si entra una persona infectada y lo pica un mosquito local, el insecto se contagia y ahí comienza a diseminar el virus”, explica.
El surgimiento de brotes tiene mucho que ver con el comportamiento de las personas. A mayor circulación de gente, más posibilidades de que aumenten los casos.
Estallo apunta a que quizá la menor movilidad en las fronteras por la pandemia pueda frenar el surgimiento de casos durante esta temporada, pero también hay factores climáticos a tener en cuenta.
“El dengue es cíclico. Y se piensa que la expansión se debe a cambios a nivel climático y ambiental, además de sociocultural”. Y asegura que desde que resurgió esta enfermedad en Argentina los brotes han sido cada vez mayores.
El norte del país tiene casos desde 1997. Pero en el sector central, de clima más templado, recién hubo un brote en 2009. Estallo pone como ejemplo a Córdoba: el brote de 2020 fue 50 veces más grande que el de 2009.
Temperatura y humedad
Los virus transmitidos por mosquitos han ampliado su distribución mundial en los últimos años. Esa expansión se debe a una combinación de mayor urbanización, viajes globales y cambios ambientales asociados con el aumento de las temperaturas y los cambios en los patrones de precipitación. Los mosquitos dependen del agua y la temperatura para completar su ciclo de vida.
La Tercera Comunicación Nacional sobre Cambio Climático estimó que para el 2030 la población argentina en riesgo de contraer dengue podría triplicarse.
Esto se debe a que en los potenciales escenarios climáticos futuros la presencia de la enfermedad se extenderá hacia el sur y el oeste del país, pero también a que se intensificará la transmisión en áreas donde ahora ocurren los brotes.
El documento también señala la posibilidad de que se extienda el área de distribución de los vectores de otras enfermedades como los de la malaria y la leishmaniasis que, por el momento, solo se registran casos aislados e importados en el norte del país.
Algunas investigaciones calculan que para el 2050, las condiciones climáticas permitirían que el Aedes aegypti, mosquito transmisor del dengue, se instale en la región andina de la Patagonia hasta Tierra del Fuego.
Un ejemplo templado
Estallo sigue de cerca la evolución del dengue en la ciudad de Córdoba como un ejemplo de lo que puede ocurrir en regiones templadas. En 2009, Córdoba experimentó su primera epidemia, con 130 casos notificados. Y luego siguieron otros brotes con cada vez más infectados en 2013, 2015 y 2016.
“La vigilancia entomológica en Córdoba permitió determinar que hay una correlación entre la cantidad de huevos y larvas de mosquito y la temperatura media de ese mes”, explica en un trabajo reciente.
En Córdoba, la aparición del dengue ocurrió en temperaturas más cálidas que el promedio. Cada uno de los brotes fue precedido por eventos meteorológicos extremos, otro de los efectos que trae la crisis climática.
Los brotes en 2015 y 2016 siguieron a eventos de precipitación extrema. Los brotes en 2013 y 2016 siguieron de cerca a los períodos en los que la temperatura mínima media mensual fue hasta tres grados más alta que los promedios mensuales.
El 2020 fue un año seco, pero las recientes lluvias en varios sectores del país pueden promover la proliferación de los mosquitos. Solo falta la presencia de casos importados para que se inicie el ciclo.
Prevención y vacunas
Tomás Orduna, jefe del Servicio de Patologías Regionales y Medicina Tropical del Hospital Muñiz, asegura que la mejor forma de prevenir los brotes es eliminar los criaderos de mosquito en el entorno del hogar:
- Eliminar elementos que tengan la capacidad de almacenar agua de lluvia
- Usar repelentes e insecticidas dentro del domicilio
- Uso de mosquiteros en aberturas
- Tules-mosquiteros para cubrir camas
“Hay que tomar el hábito de mantener los espacios donde vivimos libres de elementos que tengan la capacidad de almacenar agua de lluvia”, dice. También remarca la importancia del usar repelentes e insecticidas dentro del domicilio, el uso de mosquiteros en las aberturas y tul mosquiteros para cubrir camas.
“Se están desarrollando vacunas, una de las cuales ya está autorizada para aplicarse en varios países. Hay otras dos que están finalizando la fase 3 de los ensayos clínicos. Es esperable que en un tiempo no muy lejano se pueda contar con esta herramienta preventiva”, agrega.
Orduna suma otra medida importante que se está aplicando contra la pandemia de Covid-19: el control de foco. “Cuando se detecta un casos positivo, hay que ir al lugar para eliminar criaderos de huevos y larvas. Hacer fumigaciones para matar a los adultos, además de hablar con la población para crear conciencia”, explica.
Por Lucas Viano @lucasviano
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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