22 marzo, 2021
El problema del acceso al agua potable no es de escasez, sino de pobreza, desigualdad y poder, asegura la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Un ejemplo de ello es Argentina. Nuestro país tiene la 27ª reserva de agua del mundo, pero aun así hay alrededor de seis millones de habitantes que no acceden a este recurso.
El 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua, pero buena parte del mundo no tiene mucho que celebrar.
“El agua es un bien finito, pero el problema no es que no haya, sino la falta de oportunidades y la desigualdad entre quienes acceden o no al recurso. Hay que recordar que es un derecho humano”, menciona Nicolás Avellaneda, coordinador nacional del programa Sed Cero, que asiste a comunidades campesinas.
En Argentina hay más de un millón de personas que no acceden al agua en su comunidad. «Deben caminar kilómetros para conseguirla. Acercamos soluciones para esos lugares con sistemas para recolectar agua de lluvia, con filtros caseros de arsénico y pozos de agua”, comenta Avellaneda.
Pero además de la falta de acceso, este recurso también está amenazado por la contaminación natural y la generada por los humanos.
Y el cambio climático le augura un futuro crítico. Tanto, que un elemento que parece tan cotidiano y barato ya comenzó a cotizar en la Bolsa de Comercio de Wall Street.
Contaminación
La presencia natural de arsénico en las aguas subterráneas es el problema de contaminación más importante en Argentina. Afecta a 17 provincias y a cerca del 10 por ciento de los argentinos. El consumo del recurso con altas concentraciones de este metaloide produce serios problemas de salud.
La principal fuente de contaminación humana son los efluentes cloacales de los hogares y la industria. Apenas el 58 por ciento de la población cuenta con un sistema de cloacas. Los efluentes sin tratar terminan en las napas y ríos.
Avellaneda explica que el acceso del agua para consumo compite con la extracción para la industria, la minería y la agricultura. “Estas actividades devuelven agua contaminada y el problema está creciendo porque los gobiernos promueven actividades extractivas que amenazan el acceso al agua”, asegura.
- La cuenca Matanza-Riachuelo, en Buenos Aires, es uno de los ríos más contaminados del mundo debido a los efluentes que recibía y recibe de curtiembres e industrias químicas, además de cloacas y residuos sólidos.
- Otra cuenca contaminada es la del dique San Roque y río Suquía, que provee agua potable a la ciudad de Córdoba. Según una investigación del Conicet, se trata del río pampeano más contaminado con agroquímicos como el glifosato.
- La realidad es más cruda en el norte argentino, donde la falta de agua, entre otros recursos, mata a las personas. La Cruz Roja Argentina asegura que el 75 por ciento de las poblaciones originarias de esa provincia no accede a fuentes de agua segura.
- En buena parte de la cordillera de los Andes hay una escasez natural del recurso. Allí la megaminería es otra amenaza porque utiliza importantes volúmenes de agua y hay un riesgo latente de contaminación. En septiembre de 2015 se produjo la rotura en el circuito de lixiviación de la mina Veladero que ocasionó el derrame de más de un millón de litros de solución cianurada en la cuenca del río Jáchal, en San Juan.
Futuro en la bolsa
El futuro del agua es turbio. En diciembre del año pasado comenzó a cotizar en la bolsa de comercio de Wall Street a 486,53 dólares los 1,2 millones de litros.
“Hay una competencia por el agua entre quienes la necesitan para sobrevivir y quienes la usan para producir y generar ganancias. Los gobiernos deben garantizar el derecho humano. La cotización en bolsa es lo opuesto a eso”, dice Avellaneda.
Las sequías e incendios amenazan este recurso escaso en California, de allí que el agua se haya convertido en una opción más en la que invertir en EE.UU.
“El cambio climático es un factor de alto riesgo porque está alterando el régimen de precipitaciones. Tenemos lluvias intensas que provocan inundaciones y grandes periodos de sequía. La forma en que utilizamos el recurso ya no nos sirve. Hay que planificar y generar una matriz económica que vaya en sintonía con esto”, agrega Avellaneda.
Desde Sed Cero ponen el foco en las mujeres y niños campesinos. Son los más afectados por la falta de acceso al agua segura ya que deben perder tiempo para buscarla. “No tener agua en el hogar impide el acceso a otros derechos como a jugar, educarse y trabajar”, asegura Avellaneda.
Soluciones
Entre las soluciones a la escasez de agua siempre se insiste con que se cuide el recurso en el hogar. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una persona necesita 50 litros de agua por día para vivir, pero en muchas ciudades argentinas el consumo per cápita diario supera los 300 litros.
Pero para Avellaneda el verdadero cambio es otro, ya que solo el 10 por ciento del agua extraída se consume en el hogar.
“Los gobiernos deben regular el consumo más eficiente de la industria y la agricultura y obligarlas a que devuelvan el recurso en buenas condiciones. Eso va a mover la balanza”, asegura el referente.
Por Lucas Viano @lucasviano
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