22 julio, 2022
Hoy se estima que 1 de cada 4 argentinos sufre de acidez por reflujo gástrico. Si bien no siempre el ardor o la regurgitación tienen una causa biológica –hay trastornos funcionales digestivos que se asocian a estos síntomas-, el estrés es un factor decisivo. Aumenta la sensación de quemazón, tos, dolor en el pecho en pacientes que con frecuencia ingieren antiácidos ¿son efectivos para resolver el problema?
El organismo genera respuestas para adaptarse
Es importante aclarar que todos los organismos biológicos tienen respuestas que les permiten adaptarse a situaciones de estrés, como luchar, huir y segregar sustancias (hormonas, ácidos, etc.). Pero cuando el estrés se sostiene en el tiempo, esas respuestas adaptativas funcionan en forma patológica.
Así, una persona bajo estrés puede producir un exceso de ácidos gástricos que derivan en una inflamación de las paredes del estómago (gastritis), o sufrir la regurgitación de sustancias con pH ácido, lo que produce una sensación de quemazón detrás del hueso del esternón o en la “boca” del estómago. En algunos casos, el estrés agrava una enfermedad previa del sistema digestivo, a nivel del esófago, el estómago o el intestino.
Argentinos: acidez y reflujo gástrico en aumento
La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) se produce cuando el ácido del estómago vuelve al tubo que conecta la boca y el estómago (esófago) porque la “compuerta” muscular que regula el flujo digestivo no funciona adecuadamente.
El ácido que habitualmente colabora en la digestión estomacal puede entonces irritar el revestimiento del esófago y causar lesiones en la mucosa que lo recubre por dentro. Cuando el reflujo ácido se experimenta dos veces por semana, se diagnostica una enfermedad crónica.
La Argentina es uno de los países donde más personas padecen de reflujo gástrico. Según una encuesta realizada en todo el país, el 23% de la población se queja de sufrir acidez al menos una vez por semana. La mitad de esas personas tiene una alteración que provoca lesiones en el esófago. Pero el resto padece generalmente de una hipersensibilidad, es decir, una percepción mayor del ácido que habitualmente vuelve al esófago.
De la mano del sedentarismo, el estrés, la obesidad y la mala alimentación, las cifras de reflujo han ido en aumento en las dos últimas décadas en la Argentina.
“Hay algunos alimentos y bebidas irritantes, como el mate y el café, que pueden desencadenar o empeorar el reflujo y la acidez”, apunta Jorge Olmos, jefe de Neurogastroenterología del Hospital de Clínicas de la UBA. Pero es preciso estudiar a quienes tienen síntomas, para identificar la causa del problema y el tratamiento que corresponde.
¿Son efectivos? Antiácidos e inhibidores de la bomba de protones
La mayoría de los médicos recetan antiácidos o inhibidores de la bomba de protones –como el omeprazol- para combatir el reflujo asociado al estrés, la sensación de ardor y otros síntomas, como la tos y el dolor de pecho.
También indican generalmente una endoscopía alta, en la cual se inserta un tubo por la boca para estudiar el esófago y el estómago en búsqueda de úlceras pépticas o de hiato (cuando el estómago asciende hacia el tórax a través del diafragma).
Los antiácidos, medicamentos de venta libre, no siempre son la mejor opción. Entre los efectos adversos pueden detallarse:
- Pueden producir náuseas, vómitos, dolor de cabeza o abdominal.
- En mujeres, pueden generar una osteoporosis que aumente el riesgo de fracturas.
- Además, los antiácidos no logran disminuir la ansiedad, el insomnio y otros síntomas asociados al reflujo.
Para combatir la acidez, algunas personas recurren a remedios naturales o alimentos específicos, como las bananas, la cáscara de limón y el jugo de papa, aunque no existen pruebas científicas de que funcionen.
En cambio, los medicamentos que inhiben la producción de ácidos en el estómago (los llamados “prazoles” o IBP) son eficaces.
También se utilizan, en algunos pacientes, medicamentos neuromoduladores (como ciertos antidepresivos) para tratar el ardor (“pirosis”, en términos médicos) funcional.
“Hay una conexión entre el cerebro y distintos órganos del sistema digestivo”, explica María Marta Piskorz, neurogastroenteróloga del Hospital de Clínicas. “Los factores emocionales y el estrés magnifican la exposición de una persona a los ácidos estomacales, que pueden ser percibidos con mayor sensibilidad”. De ahí que las personas con acidez y regurgitación frecuente deban ser estudiadas a fondo, especialmente cuando no responden a la medicación antiácida ni a la disminución del peso, subraya la neurogastroenteróloga argentina.
Cuándo consultar al médico por acidez
Los especialistas recomiendan cambiar el estilo de vida para evitar tanto la acidez como las náuseas y los dolores abdominales. Para empezar, aconsejan:
- Ingerir alimentos preparados en el hogar.
- Evitar el alcohol.
- No fumar.
- Cenar temprano, lejos de la hora de dormir.
- Practicar yoga, mindfulness o alguna técnica para disminuir el estrés.
- Dormir 8 horas cada noche.
- Comer porciones pequeñas varias veces al día.
- No ingerir comidas picantes, fritas ni grasosas.
- Practicar ejercicio físico en forma rutinaria.
Piskorz asegura que no hay una dieta específica para combatir la acidez, aunque cada persona debería evitar los alimentos que –sabe por propia experiencia- le generan síntomas. “Es muy importante no tener sobrepeso, para que la grasa abdominal no aumente la presión sobre la válvula o esfínter que regula el pasaje de ácidos entre el estómago y el esófago”, recomienda.
«La acidez puede ser normal cuando uno come en exceso, abusa de los picantes, las grasas o los dulces. Sin embargo, cuando los síntomas persisten en el tiempo, cuando la persona siente una real molestia por los síntomas, hay que consultar con un especialista «, agrega el gastroenterólogo Olmos.
Antiácidos: no funcionan en casi la mitad de los enfermos
El estrés parece ser un factor desencadenante de diversas patologías en la Argentina, tanto a nivel cardíaco como gastrointestinal. Tener síntomas de acidez o regurgitación en una situación de estrés no es lo mismo que padecer una enfermedad crónica por reflujo. La Sociedad Argentina de Gastroenterología elaboró recientemente, junto a expertos latinoamericanos, un consenso para diagnosticar adecuadamente la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE)
Los gastroenterólogos subrayan que la ERGE “no puede diagnosticarse solamente sobre la base de los síntomas, ya que muchos pacientes con síntomas típicos no tienen la enfermedad y algunos pacientes con ERGE demostrada pueden ser asintomáticos”. De hecho, un estudio encabezado por Piskorz mostró que el 60% de las personas con ERGE no muestran alteraciones en la endoscopía. Y un 44% no responde al uso de los medicamentos usuales (IBP).
Si bien no existe una prueba diagnóstica exclusiva para diagnosticar la enfermedad, se emplean actualmente la endoscopía alta (esofagogastroduodenoscopía) y distintas pruebas para monitorear el reflujo a través de la medición ambulatoria del pH. La medición del pH se realiza a través de una cánula nasal muy delgada o mediante un dispositivo inalámbrico en forma de cápsula colocado durante una endoscopía.
La clave es el tiempo durante el cual el esófago de una persona está expuesta a sustancias ácidas que llegan desde el estómago. Aunque una persona sienta acidez, puede no tener reflujo, ni úlceras ni una producción aumentada de ácido. Es importante hacer un diagnóstico correcto, insisten los gastroenterólogos. Para disponer el tratamiento adecuado para cada persona y no gastar en medicamentos antiácidos, que no funcionan en aproximadamente la mitad de los enfermos y representan un alto costo para los sistemas de salud y el bolsillo de los pacientes.
Por Alejandra Folgarait @alefolgarait
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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