29 mayo, 2020
El distanciamiento social y el aislamiento forzado son los métodos que hoy encuentran las gestiones públicas para evitar que eclosionen los sistemas de salud por la pandemia de COVID-19. Infectólogos y expertos en emergencias sanitarias avalan y promueven la medida. Sin embargo, el reclutamiento ha provocado un alto costo psicológico, dominado por la ansiedad, temor y dificultades para sostener hábitos y comportamientos saludables.
El período de cuarentena se extiende y con éste se acrecientan los pensamientos negativos que derivan en emociones y conductas indeseadas. Inseguridad, soledad y miedos provocan estrés en la población, tanto en quienes no salen de sus casas, salvo para proveerse de elementos necesarios, como en aquellos que están exceptuados para dirigirse a sus puestos de trabajo.
Según un informe elaborado por investigadores de la Universidad de Buenos Aires, la mayoría de los encuestados ha manifestado una mirada pesimista respecto de las consecuencias desfavorables de la pandemia sobre las distintas dimensiones de la vida futura.
“Los niveles de ansiedad, depresión y una profundización de la pérdida del sentido de la vida son más marcados en la población más joven, las mujeres y en la medida en vamos descendiendo en los estratos sociales”, detalla el sondeo realizado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada, de la Facultad de Psicología de la UBA. En el mismo fueron relevadas las opiniones de 3.543 personas mayores de 18 años, provenientes de los principales centros urbanos de la Argentina.
El estudio revela que con el transcurso de los días, la preocupación aumenta. Un 44% de la población estima que la pandemia se extenderá todo el año 2020 y parte del 2021.
Las mayores preocupaciones
Los fantasmas que nos atraviesan son muchos y muy singulares, pero entre las preocupaciones principales, la economía del bolsillo es una de las más destacadas. Son las mujeres y los ciudadanos de los estratos más bajos quienes se encuentran más preocupados sobre asuntos relacionados a la economía personal y a la salud.
“Se destaca el temor a no poder continuar con el trabajo (profesión, oficio o comercio) que realizaban hasta antes de la crisis. Lo cual, además de constituir una dramática pérdida en lo económico, también conlleva una profunda y dolorosa pérdida de la identidad laboral y, por ende, un impacto muy negativo sobre el sistema de personalidad”, explica el informe.
Con respecto al denominado “estrés de recursos” (cuánto tiempo puede sostenerse la economía personal/familiar), el estudio explicó: “Los resultados recogidos son preocupantes y constituyen una señal de alerta para quienes están gestionando la dimensión económica de la crisis. Dos de cada tres trabajadores independientes manifiestan que tienen recursos económicos solo para un mes».
El 47% de trabajadores en relación de dependencia presuponen que sus ahorros alcanzarían para cubrir los gastos de un solo mes; mientras que el 56% de las personas de clase alta y muy alta expresan que podrían sostener sus gastos habituales con ahorros durante unos cuatro meses más. Esto demuestra la marcada brecha social entre clases sociales en nuestro país.
El 15% de los encuestados admite que ya dejó de pagar la cuota de colegios privados y el 12% la cuota de la universidad, mientras que «un poco más de un cuarto de la gente afirma estar pagando actualmente alquiler, expensas y servicios, pero reconocen no estar seguros de poder continuar pagando el próximo mes.
El miedo a enfermarse
Si la economía ocupa gran parte de nuestros pensamientos, el temor a contraer el virus no se queda atrás. El 81% de los encuestados admite estar entre “muy asustado” y “un poco asustado” de contraer Coronavirus. Sin embargo, menos del 10% de las personas conocen o tuvieron contacto con personas contagiadas con el virus.
En cuanto a la actitud de los encuestados sobre los casos de contagio, los datos relevados dan cuenta de que «4 de cada 10 personas responsabilizan a los contagiados por no tomar los recaudos necesarios. Además, 5 de cada 10 afirman que los contagiados son peligrosos para los demás y que no han respetado la cuarentena obligatoria, poniendo en riesgo al resto de la población”.
Al menos un 23% estima que la cuarentena durará más de un año, lo que contribuye a intensificar los valores de preocupación, ansiedad y desesperanza sobre el futuro.
Sueños reparadores ¿una utopía?
Alcanzar un sueño saludable mejora la salud en general, proporciona bienestar emocional, ayuda a prevenir la ansiedad y estimula el rendimiento cognitivo.
La Asociación Psiquiatras Argentinos (APSA) señala que un buen dormir fortalece al sistema inmunológico y todo el funcionamiento de nuestro cuerpo (alimentación, digestión, secreción hormonal e incluso aprendizaje y memoria) se organiza en torno al marco básico de la vigilia durante el día y el sueño por la noche.
Para tener un sueño saludable, es importante que sea durante la noche. Durante el aislamiento social preventivo y obligatorio, muchas personas comenzaron a padecer insomnio o se profundizó en aquellos que ya lo sufrían. ¿Qué es el insomnio? La dificultad para conciliar el sueño (más de 30 minutos), mantenerse breves lapsos de tiempo dormido o despertarse horas antes de lo previsto. También tener síntomas diurnos como fatiga, somnolencia, problemas cognitivos, mal humor, irritabilidad, disminución de la motivación, preocupaciones por la falta de sueño, problemas de conducta (sobre todo en niños), ansiedad, propensión a errores o accidentes, problemas familiares, sociales, laborales o académicos.
Los ronquidos, las apneas del sueño (cuando la persona se queda unos segundos sin respirar mientras duerme), el sonambulismo, las pesadillas, los terrores nocturnos, diversos desajustes de nuestros ritmos de sueño y vigilia también aparecieron o agravaron en estas últimas semanas.
Claves para dormir mejor
Ante esta situación tan excepcional, desde APSA sugieren:
1. Mantener una rutina
2. Fijar horarios regulares para despertarse, levantarse, acostarse, dormirse y alimentarse
3. Exponerse a la luz solar por la mañana
4. Evitar el exceso del uso de pantallas, sobre todo antes de acostarse
5. La rutina no debe ser demasiado estricta pero tampoco muy flexible
6. Optar por una cena liviana, evitando carnes rojas y verduras crudas
7. Evitar el consumo de alcohol
8. Esforzarse por compartir sentimientos y pensamientos con otros ayuda a aliviar la angustia e irse a la cama más relajados
9. Dosificar la información sobre la actualidad
10. Intentar realizar algún tipo de actividad física
PENSAR SALUD
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