12 octubre, 2021
Los aparatos eléctricos y electrónicos son los residuos más difíciles de gestionar y cada año producimos más. Su recolección cuando ya no sirven más y su reciclado aún no tienen una gestión responsable en Argentina. La mayoría termina en basurales que contaminan el agua y suelo.
En 2019 se generaron 50 millones de toneladas de chatarra electrónica en el mundo, pero en 2050 la cifra será de 120 millones, según un informe de las Naciones Unidas.
La gestión de los residuos domiciliarios es responsabilidad de los municipios en Argentina, por lo que muchas ciudades están realizando campañas para que los vecinos acerquen sus residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE).
Pero el problema es qué hacer luego con esos contenedores de computadores, celulares, monitores, reproductores de DVD, impresoras y otros aparatos.
La dificultad se debe a que en el mismo objeto hay materiales reciclables como plástico y cobre y residuos peligrosos como metales pesados (mercurio, plomo) y gases tóxicos, además de otras sustancias muy valiosas como el oro, pero difícil de extraer.
Un celular puede tener hasta 60 elementos de la tabla periódica (metales tan raros y valiosos como el paladio o el indio) y para ser fabricados se necesitan más de mil sustancias diferentes. Por eso aunque son el 2% de la basura sólida, representan el 70 % de los residuos peligrosos que acaban en un relleno sanitario, según la ONU.
Reducir los residuos electrónicos
Como con cualquier otro residuo, el primer paso es reducir su generación. Y eso empieza por el usuario. No hay que comprar más aparatos de los que se necesitan y evitar el recambio inmediato de los dispositivos como los celulares solo por moda.
Algunos aparatos pueden tener una segunda oportunidad: se pueden regalar, donar o vender en negocios de segunda mano.
Sin embargo, también hay responsabilidad de la industria, que debería fabricar dispositivos que duren más tiempo y cuya reparación fuera más sencilla y económica.
El comercio también puede asumir la responsabilidad y ofrecer en la entrega de un aparato nuevo, el retiro del viejo. En algunos países, esta modalidad es obligatoria.
Primer paso: recolección diferenciada
“El primer problema que se debe resolver es la recolección diferenciada de los RAEE (residuos de aparatos eléctricos y electrónicos). El municipio debe ofrecer esa posibilidad. Es un residuo que va creciendo y ya representa el 2 % de lo que genera cada persona” explica Eugenio Pettigiani, experto en la gestión de los residuos sólidos urbanos del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).
En promedio, cada argentino genera 10,3 kilos de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos por año. Son 465 mil toneladas anuales, según un informe de organismos internacionales. A nivel mundial solo se recicla el 17,8 por ciento. En Argentina es mucho menos. La mayoría se conserva en los hogares o se arroja a basurales donde contamina el suelo y el agua.
Algunas ciudades como Ciudad Autónoma de Buenos Aires tienen puntos verdes especiales para que los vecinos llevan sus RAEE. En otros casos se realizan campañas por algunas semanas y por barrios.
Edgardo Seguro, secretario de Ambiente de la Municipalidad de Santa Fe (provincia de Santa Fe), asegura que para los municipios puede ser difícil insertar en el circuito de reciclado los RAEE que recolectan. “En Santa Fe primero realizamos un estudio para saber cuántos residuos íbamos a tener que gestionar y luego armamos una planta acorde a eso”, explica.
Mientras que Santa Fe decidió crear su planta, otros municipios tercerizan la gestión de los RAEE a empresas y asociaciones dedicadas a la minería urbana.
Seguro menciona que a diferencia de lo que sucede con otros residuos, con relación a los RAEE los vecinos tienen otra responsabilidad. “Los guardan porque entienden que no pueden tirarse con el resto de los residuos. Nos explican si funciona o no. Tienen responsabilidad y hay hasta un apego emotivo”, asegura.
El funcionario incluso asegura que a veces se desechan objetos con valor histórico, por lo que están catalogando para sumarlos al museo de la ciudad. Hay una iniciativa similar en Bahía Blanca.
Reutilizar y recuperar residuos electrónicos
Seguro explica que antes de reciclar se prueban los equipos para saber si funcionan. “Si sirve, se lo termina de acondicionar para reinsertarlo en la economía social a través de organizaciones que los necesitan”, comenta.
Otros equipos pueden tener piezas que sirvan como repuestos. Los municipios y organizaciones crean bancos de repuestos con transformadores, tornillos y otras partes que recuperan de los aparatos que no funcionan.
Según el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, el 25 % de los materiales que componen los RAEE son reutilizables. Se trata de cables, motores, fuentes, lectoras, imanes y otras piezas.
Varias empresas y organizaciones viven de estos residuos. El Centro Basura Cero, en Buenos Aires, es una organización que se dedica a reparar computadoras, monitores y otros aparatos eléctricos o electrónicos. E incluso tienen un e-shop para su venta.
Reciclado y disposición final
Pettigiani explica que los RAEE tienen materiales que se reciclan fácilmente como las carcasas de plástico o aluminio, el vidrio o el cobre de los cables. Los operarios realizan un trabajo manual separar este tipo de elementos.
No obstante, Seguro advierte que mientras el cobre, aluminio y hierro son fáciles de reciclar, hay plásticos duros que difíciles de reintroducir en la economía. “Algunos tipos de este material se pica y se venden a una empresa de Buenos Aires que lo utiliza como materia prima de sus productos”, asegura.
Sin embargo, aclara que hay plásticos con tratamiento ignífugo que deben disponerse en el relleno de seguridad porque contienen sustancias peligrosas.
Pettigiani advierte que el problema de los RAEE son las plaquetas. «Contienen metales pesados y es donde radica la mayor peligrosidad de estos residuos. Hay que extraerlas y acumularlas en un lugar seguro. Solo se reciclan en plantas de Europa que tienen la capacidad de extraer los metales valiosos de plaquetas trituradas”, detalla.
Hay 100 veces más oro en una tonelada de teléfonos inteligentes que en una tonelada de rocas de una mina aurífera. Una estimación global indica que los RAEE están valorados en 62.500 millones de dólares anuales, más que el PBI de Uruguay.
En Argentina la empresa Silkers es una de las pocas que se dedica a acopiar plaquetas para exportarlas a las plantas de reciclado en Europa.
Finalmente, hay una porción de los RAEE que debe disponerse en un relleno de seguridad por ser material peligroso y altamente contaminantes. Se trata de algunos tipos plaquetas, tonners de impresoras, tubos de rayos catódicos y tubos fluorescentes.
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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