8 mayo, 2023
Muchos de los alimentos que consumimos poseen una serie de aditivos, desde conservantes y estabilizantes hasta colorantes. Y cada tanto se enciende una polémica sobre sus potenciales riesgos para la salud. La última, giró en torno al colorante eritrosina, que en Argentina figura como E127 en el listado de ingredientes de los productos. El Centro para la Ciencia en el Interés Público de EE.UU. (CSPI) realizó una petición ante la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de ese país para que prohíba su inclusión en los alimentos. Las dudas sobre el potencial riesgo para la salud de los colorantes en los alimentos no se apagan. La principal, tiene como foco los perjuicios en niños.
Una larga historia de objeciones acerca de los riesgos para la salud de los colorantes en los alimentos
En 1990, la FDA ya lo había prohibido para cosméticos y medicamentos de aplicación externa, a partir de evidencias aportadas por un estudio no publicado con animales que sugería un vínculo con el cáncer de tiroides.
El Código Alimentario Argentino autoriza la utilización de 49 colorantes. Están identificados con la letra E seguida de un número de cien. Para la industria y la mayoría de los profesionales de la salud, si una sustancia figura en el Código Alimentario Argentino es sinónimo de inocuidad.
De hecho, no hay evidencia de que ingerir eritrosina (E127) cause cáncer en humanos. Sin embargo, las sospechas no se disipan: “La FDA dice que no es lo suficientemente seguro ponerlo en nuestras mejillas, pero ¿está bien ponerlo en nuestra boca?”, deslizó Lisa Lefferts, científica y consultora del CSPI.
Colorantes rojos, en problemas
Otro colorante rojo ya había sido prohibido en la década de 1970 por la FDA, también de forma polémica. Se trata del Amaranto o bordeaux S (E123). Un estudio realizado por este organismo concluyó que en dosis altas podría causar cáncer en ratas hembra. Este aditivo sigue siendo legal en Europa y Argentina.
Pero en EE.UU fue reemplazado por Rojo allura (E129) y la polémica volvió a encenderse hace poco. En 2022, un estudio canadiense asoció este colorante con la aparición de enfermedades intestinales inflamatorias como la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. También utilizaron un modelo animal.
Ante la dificultad de testear estas sustancias en personas, las autoridades requieren estudios en modelos animales para comprobar su inocuidad. El problema es que, como los ratones viven poco tiempo, no pueden realizarse análisis de exposiciones crónicas como las que normalmente tendría una persona.
Para compensar, en los modelos animales se aplican dosis más altas para tratar de acercarse a concentraciones en el organismo similares a las que acumularía una persona a lo largo de su vida. Pero estos modelos no son perfectos.
Colorantes en los alimentos: riesgos para la salud de los niños
Por transitar una etapa de la vida más vulnerable y porque están más expuestos al consumo de productos con aditivos, los niños y adolescentes son un grupo de especial atención por las autoridades sanitarias.
En 2007 un estudio de la Universidad de Southampton (Inglaterra) derivó en una recomendación de la autoridad alimentaria británica (Food Standards Agency). Resumido, el mensaje era el siguiente: Los padres de niños que muestran signos de hiperactividad o del trastorno de déficit de atención podrían observar que su comportamiento mejora si eliminan ciertos colorantes alimentarios artificiales de su alimentación.
La investigación determinó que ciertas mezclas de colorantes alimentarios artificiales, tomadas junto con benzoato sódico (un conservante muy común, con el código E211), podrían tener efectos negativos en el comportamiento de algunos niños. Los colorantes en cuestión eran amarillo naranja (E110), amarillo de quinoleína (E104), carmoisina (E122) y rojo allura (E129). La novedad es que esta investigación fue realizada en niños. Algunos recibieron las bebidas con estos aditivos y otros no. Nadie sabía qué niños estaban en cada grupo hasta el final del trabajo (estudio doble ciego). Investigadores y padres mencionaron un aumento del comportamiento hiperactivo en niños que habían consumido las bebidas con aditivos.
Sin embargo, en 2008 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) encontró que el trabajo no era concluyente. “Proporcionó pruebas limitadas de que la mezcla de aditivos examinada tenía un pequeño efecto sobre la actividad y la atención de algunos niños”, dice el informe. Por este motivo la autoridad decidió no alterar los valores del consumo diario aceptable de los aditivos estudiados.
No obstante, en 2021 las autoridades ambientales y sanitarias del estado de California volvieron a plantear el tema. “El cuerpo de evidencia de estudios en humanos indica que los colorantes alimentarios sintéticos están asociados con resultados neuroconductuales adversos en los niños, y que los niños varían en su sensibilidad a los colorantes alimentarios sintéticos”, concluye un documento que revisó todas las publicaciones disponibles sobre el tema, especialmente los estudios de desafío, como el que encendió el debate en 2007.
El trabajo también cuestiona los valores de la Ingesta Diaria Aceptable (IDA) definida para cada colorante. Señala que fue calculada en base a estudios en animales y “pueden no brindar una protección adecuada contra los impactos neuroconductuales en los niños”. Sugiere que la IDA para algunos aditivos debería ser mucho más baja.
La alergia, otro problema clínico de los colorantes
A las sospechas de aumentar el riesgo de contraer algunos cánceres, generar impacto neuroconductuales en niños o de generar algún trastorno digestivo, también se suma la posibilidad de que las personas sean alérgicas a los colorantes.
Es muy difícil asociar este cuadro con estos aditivos. Además, existen pocos colorantes incluidos en las pruebas estandarizadas de alergia. En muchos casos podrían estar agravando los síntomas de alergias a otras sustancias.
Algunos estudios detectaron hasta un 41% de positividad en los test cutáneos de aditivos alimentarios en los niños con dermatitis atópica. Los pacientes con cuadros alérgicos deberían evitar aún más el consumo de estos aditivos alimentarios.
Las alergias a los colorantes naturales serían menos frecuentes. Algunos colorantes naturales son: clorofila obtenida a partir de ortigas y otras plantas (E140); el E120, ácido cármico, obtenido a partir de la cochinilla u otros insectos; la cúrcuma (E100) y el E162, llamado rojo de remolacha.
Dentro de los sintéticos, los más alergénicos son los colorantes llamados azoicos, entre los que están tartrazina (E102), amarillo quinoleinia (E104), amarillo naranja (E110), azorrubina o carmoisina (E122), ponceau (E124) y rojo allura (E129). Estas sustancias también están presentes en la ropa y en las tintas para tatuajes.
Sustancias prescindibles en la dieta
Los colorantes son sustancias innecesarias en la dieta de las personas ya que no aportan calorías ni otros beneficios para la salud. Y, en la mayoría de los casos, tampoco son necesarias para garantizar la seguridad microbiológica, químicas y la conservación de los alimentos, ni para mejorar su textura o sabor.
Por lo tanto, de cara a las dudas sobre el potencial riesgo para la salud de los colorantes en los alimentos, la principal recomendación sería ingerir alimentos y productos que tengan la menor cantidad de estos aditivos en la etiqueta de ingredientes.
Esta medida podría extenderse a todos los aditivos como conservantes, estabilizantes, emulsionantes, aromatizantes, edulcorantes, espesantes, acidulantes, reguladores de acidez, antiaglutinantes, antiespesantes y otros. Todos ellos deben estar consignados en los ingredientes con un código compuesto por la letra E y un número del 200 al 1999.
Por Lucas Viano @LucasViano
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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