2 junio, 2021
El uso de la bicicleta creció en todo el mundo durante la pandemia de Covid-19. En Argentina, entre marzo y octubre del 2020 las solicitudes de recorrido en bicicleta en Google Maps aumentaron un 83 por ciento respecto de igual periodo de 2019. Pero este inesperado y vertiginoso boom de las bicicletas en pandemia tomó a la mayoría de las ciudades argentinas con escasa infraestructura y sin una política activa.
Todos los 3 de junio se celebra el Día Internacional de la Bicicleta y el auge de las bicicletas durante la pandemia parece haber puesto de moda a este medio de transporte.
El aumento reciente de la demanda en materia de ciclismo se debe a varias razones. Y es bienvenido no solo porque mejora la salud de quienes pedalean. También incrementa la calidad de vida en las ciudades, además de reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2), responsables del cambio climático.
La bici no emite CO2. En 2015 un estudio calculó que si en el mundo el 20 por ciento de los viajes en vehículos se realizarán en bicicleta, se lograría una reducción de las emisiones del transporte urbano del 11 por ciento para 2050.
La bicicleta en auge: efectos sobre la salud
El riesgo de mortalidad por todas las causas es un 20 por ciento menor en los ciclistas que pedalean una hora diaria y un 30 por ciento menor en los que lo hacen por 100 minutos respecto de los no ciclistas.
Las personas que usan la bicicleta más de 3,5 horas por semana reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares en un 20 por ciento. Todos estos beneficios y más fueron analizados en una revisión científica.
Existen dos potenciales efectos negativos: los ciclistas están más expuesto a la contaminación provocada por el tráfico y tienen más riesgos de sufrir un accidente de tránsito. Pero otra revisión determinó que los beneficios para la salud sobrepasan a estos efectos negativos.
El uso de la bicicleta también ayuda a reducir la contaminación del aire al bajar el uso de vehículos con motor. Un estudio realizado en ciudades de Estados Unidos demostró que invertir en ciclovías y caminos peatonales se traduce en un incremento en los años de vida de la población en general.
“En todos los escenarios considerados, los beneficios monetizados de las muertes evitadas superan sustancialmente los costos directos de inversión en infraestructura. La inversión en infraestructura de movilidad activa (para peatones y ciclistas) es una forma rentable de reducir la mortalidad, especialmente en áreas urbanas”, concluye el trabajo.
Más infraestructura
Como la paradoja del huevo y la gallina, los gobernantes se plantean la duda de si primero hay que crear la infraestructura para que vengan los ciclistas o viceversa.
Un estudio realizado durante la pandemia en Europa saldó esa discusión. El trabajo encontró que las ciudades que sumaron infraestructura ciclística aumentaron la cantidad de viajes en bicicleta hasta en un 48 por ciento respecto de las que no realizaron esta inversión.
Sin políticas en el país
Martín Lemma es becario posdoctoral del Conicet especializado en urbanismo y movilidad, además de un amante de la bicicleta. De cara a este boom de las bicicletas en pandemia, Lemma sostiene que Argentina no tiene una política seria para impulsar el uso de este medio de transporte.
“Se invierte muy poco en bicicletas comparado con el dinero para promocionar el uso de vehículos motorizados. Construir bicisendas es más económico que hacer calles”, asegura.
Además, cree que el Estado no solo debe ofrecer créditos blandos para que las personas compren bicicletas, sino que debería implementar planes de entrega a gran escala para los sectores de menos ingreso, como se realizó en Bogotá.
“Faltan más trazados de ciclovías y que no sean las ‘sobras’ de las calles. Hay que priorizar al ciclista y para eso también se necesita educar a los conductores de vehículos motorizados”, agrega.
Lemma defiende los sistema de bicicletas comunitarias como Ecobici en la ciudad de Buenos Aires. “Es una política de ingreso de personas al uso de las bicicletas. La ganancia del estado no es directa, sino indirecta porque pasan de usar un auto o el colectivo a la bicicleta y luego a comprarse una”, apunta.
El boom de las bicicletas en pandemia: bicisendas por ciudad
¿Qué infraestructura ofrecieron las ciudades para hacer frente al auge de las bicicletas en pandemia?
Ciudad de Buenos Aires. Cuenta con 260 kilómetros de ciclovías. El programa Ecobici tiene 230 estaciones y más de 1.500 bicicletas. Además, en 2012 el gobierno de la ciudad lanzó un crédito blando para la compra de rodados con la tarjeta del Banco Ciudad.
Provincia de Buenos Aires. En el partido de La Plata hay 30 kilómetros de bicisendas. El municipio implementó el programa “Movete en bici”, de bicicletas comunitarias. Mar del Plata, la cuarta ciudad más poblada de Argentina, no cuenta con bicisendas. Hay un proyecto para construir 79 kilómetros.
Santa Fe. Rosario cuenta con 200 kilómetros de ciclovías. El programa de alquiler de bicicletas “Mi bici, tu bici”, tiene más de 60 estaciones y cerca de 500 bicis activas. En tanto, la ciudad de Santa Fe tiene 30 kilómetros de ciclovías.
Córdoba. La ciudad de Córdoba tiene 111 kilómetros de ciclovías. La Universidad Nacional de Córdoba tiene el programa “En Bici a la Facu”, que entrega en comodato 265 bicicletas a estudiantes.
Mendoza. El área metropolitana de Mendoza tiene 150 kilómetros de ciclovías y aspira a sumar 220 más en dos etapas para convertirse en el conglomerado urbano con más bicisendas del país. También cuenta con el programa “En la bici”, para alquiler de rodados.
San Juan. Cuenta con solo 3 kilómetros de ciclovías, aunque un plan prevé 75 kilómetros.
Cambio de hábitos
El estado debe incidir con políticas públicas, pero Lemma cree que el uso de la bici está asociado a un cambio de hábitos en las personas. “Comienzan a ver los beneficios para la salud porque bajan su nivel de estrés al dejar de usar el transporte público y muchas veces llegan más rápido al trabajo que si van en colectivo”, explica.
Lemma también observa que mucha gente empieza a cambiar sus vínculos sociales a partir del uso de la bicicleta. “Cambia la forma de conocer la ciudad, porque hay más tiempo para observar y vas por calles que no siempre se transitan”, agrega.
Se sabe a esta altura que la crisis global por COVID-19 dejará instalada una nueva normalidad. El boom de las bicicletas en pandemia puede ser una de esas novedades. Y de las buenas.
Por Lucas Viano @LucasViano
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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