31 marzo, 2023
Los casos de alergia a los alimentos están aumentando en el mundo, al punto de que se estima que hoy 520 millones de personas padecen algún trastorno cuando entran en contacto con determinadas comidas. El incremento más abrupto se observa en los niños. Las internaciones pediátricas por reacciones alérgicas severas en los países desarrollados han aumentado 7 veces en los últimos 10 años, según la fundación FSA (Fundación Seguridad Alimentaria y Prevención de Alergia). Se estima que hasta el 10% de los chicos hoy padece alguna alergia a un alimento.
¿Qué es una alergia alimentaria?
Una alergia alimentaria es una respuesta defensiva anormal del organismo a alguna proteína de un alimento. En general, las manifestaciones son leves: sarpullidos o hinchazón en cara y manos, enrojecimiento de la piel, picazón, estornudos o tos seca, diarrea, dolor abdominal. Sin embargo, en algunas personas la intolerancia a una comida puede desencadenar una reacción catastrófica conocida como “anafilaxia”, en la que se cierra la garganta, se produce una inflamación en distintos órganos, se altera el ritmo cardíaco y se dificulta la respiración, incluso, hasta provocar la muerte.
La alergia alimentaria es un trastorno inmunológico. Cuando el organismo determina que una sustancia ingerida es peligrosa, la ataca mediante glóbulos blancos que producen anticuerpos. Enseguida, se libera histamina, una molécula que genera inflamación y otras reacciones típicas de la alergia.
En cambio, la intolerancia a un alimento suele tener un origen digestivo, no inmunitario, generalmente causado por la falta de alguna enzima. Es el caso de la intolerancia a la leche generada por la insuficiencia de lactasa en el intestino delgado de muchos adultos. La lactasa es una enzima indispensable para digerir el azúcar lactosa de la leche de vaca, que deja de fabricarse en muchos organismos adultos y, también, escasea en algunos chicos.
Alergias y gérmenes
Las alergias alimentarias más frecuentes se asocian con la leche, los huevos, las nueces y los maníes. Sin embargo, hay muchas personas alérgicas a ciertos frutos de mar (crustáceos, moluscos), al pescado, a la soja o al trigo. De hecho, las personas que no pueden comer gluten son alérgicas a una proteína del trigo, la avena y la cebada. Deben evitar desde el pan hasta los fideos elaborados con estos granos.
Bebés y niños pequeños son más propensos a desarrollar alergias alimentarias, ya que sus sistemas inmunológicos son inmaduros y pueden confundir sustancias nuevas con invasores peligrosos, dando lugar a reacciones exageradas. Se calcula que en la Argentina hay unos 250.000 menores de 5 años con alergias alimentarias, de acuerdo con la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAelC).
Para prevenirlas, es preciso:
- Incorporar distintas comidas lentamente a la alimentación de los niños
- Leer cuidadosamente los rótulos de los productos alimenticios, para evitar completamente aquellos alimentos que generan reacciones, aunque sean leves.
- También es importante cuidar la contaminación cruzada de alimentos “seguros” con alimentos que contengan proteínas (alérgenos) que puedan disparar alergias.
- Otra alternativa para prevenir alergias alimentarias es incorporar tempranamente una mascota al hogar para reforzar el sistema inmunológico.
Mascotas antialérgicas
La “hipótesis de la higiene”, propuesta por el epidemiólogo británico David Strachan en 1989, sostiene que “la incidencia creciente de las enfermedades alérgicas, como el asma o las alergias, se relaciona con la exposición disminuida a los gérmenes”, debido a que las familias tienen cada vez menos miembros y están expuestos a menos animales, además de tener estándares más altos de limpieza. Según Strachan, es mejor que los chicos entren en contacto con gérmenes desde una edad temprana para fortalecer su sistema inmunológico y prepararse para responder mejor a enfermedades en el futuro. Tener mascotas en el hogar, sostienen algunos expertos, son un camino rápido para ello.
Mientras los casos de alergia a los alimentos siguen aumentando un nuevo estudio japonés, publicado en la revista PLOS ONE, revela que los bebés que crecen en contacto con gatos o perros desde el nacimiento –e, incluso, antes, cuando estaban en la panza de sus madres- tienen mucho menos riesgo de desarrollar alergias alimentarias que aquellos a los que no se les permite criarse junto a mascotas.
Tras estudiar a casi 65.000 madres y sus bebés en relación con la posesión de mascotas, Hisao Okabe y sus colegas del Centro Regional Fukushima encontraron que la exposición a perros disminuyó las alergias a la leche, al huevo y las nueces en niños de hasta 3 años. Por su parte, los gatos redujeron las alergias al huevo, al trigo y a la soja. En cambio, tener hamsters aumentó la probabilidad de desarrollar alergias alimentarias, especialmente a las nueces.
Aunque es imposible mediante este estudio saber si el tener mascotas es la causa real de la disminución de las alergias alimentarias, los resultados apuntan a confirmar la hipótesis de la higiene y coinciden con estudios previos, que mostraban el efecto benéfico de criar a los bebés con varios perros y gatos, desde la gestación hasta el año de vida, para evitar tanto el asma como otras alergias.
Por Alejandra Folgarait @alefolgarait
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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