
18 abril, 2025
Hablar de trato digno y diversidad de género no es una cuestión de moda ni de corrección política. Es, ante todo, una forma de garantizar derechos humanos básicos: el derecho a ser reconocidos, respetados y valorados en nuestra identidad. En todos los espacios —escuelas, hospitales, trabajos, instituciones públicas o privadas— el trato digno hacia las personas con identidades de género diversas es una responsabilidad ética y social.
¿Qué entendemos por trato digno?
Trato digno significa relacionarse con los demás reconociendo su identidad, su historia y su autonomía. Es evitar toda forma de discriminación, humillación o invisibilización, y en cambio, promover un vínculo basado en la empatía, el respeto y la equidad.
Cuando hablamos de trato digno hacia personas trans, no binarias o con identidades de género diversas, nos referimos a algo tan básico como respetar el nombre, los pronombres, la forma de vestir y la expresión de género de cada persona.
La diversidad de género existe, y debe ser reconocida
Las personas no somos todas iguales, y eso está bien. La diversidad de género refleja la riqueza y complejidad de las vivencias humanas. Algunas personas se identifican con el género que se les asignó al nacer (cisgénero), mientras que otras no (trans, no binarias, género fluido, entre otras identidades).
La diversidad no es una amenaza: es parte de la realidad social. Negarla o ridiculizarla no la hace desaparecer, solo genera exclusión y sufrimiento.
¿Por qué es tan importante el trato digno?
Porque el modo en que tratamos a las personas impacta directamente en su salud mental, física y emocional. Las personas trans y no binarias son una de las poblaciones más expuestas a la violencia simbólica e institucional. Muchas veces, esa violencia se expresa en lo cotidiano: una burla, una mirada despectiva, un nombre mal dicho, una consulta médica irrespetuosa.
En cambio, el trato digno es una herramienta de cuidado y reparación. En espacios como la salud, la educación o el trabajo, es clave para garantizar acceso, bienestar y equidad.
¿Cómo promover el trato digno en la práctica?
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Llamar a cada persona por su nombre elegido, aunque no coincida con su documento
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Usar los pronombres correctos (él, ella, elle) y, si no los sabés, preguntar con respeto
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Evitar comentarios o preguntas invasivas sobre cuerpos, cirugías o vida íntima
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Formarse y sensibilizarse en temas de género y diversidad
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Corregirse sin culpas si se comete un error: pedir disculpas y aprender es parte del proceso
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Escuchar sin prejuicios, sin minimizar ni invalidar lo que la otra persona comparte
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Incluir y representar la diversidad en la comunicación institucional, imágenes, formularios y campañas
La ley acompaña, pero el cambio empieza en lo cotidiano
Argentina cuenta con un marco legal sólido: la Ley de Identidad de Género (2012) garantiza el derecho a ser reconocidx según la propia identidad autopercibida, sin necesidad de intervenciones médicas ni judiciales. Sin embargo, la verdadera inclusión se construye en cada gesto diario, en la forma en que miramos, hablamos y abrimos espacios para que todes puedan ser quienes son, sin miedo ni vergüenza.
Diversidad e inclusión: no hay trato digno sin igualdad
Hablar de trato digno es hablar de justicia. Es entender que nadie debería sufrir por ser quien es. Es comprometernos a construir entornos más humanos, donde cada persona pueda sentirse segura, respetada y valorada.
La diversidad de género no necesita tolerancia: necesita reconocimiento, derechos y respeto. Y el trato digno es el primer paso para hacerlo realidad.
OSPAT PARA TODOS