12 enero, 2023
Apenas la mitad de la población mundial logra tomar un litro y medio de agua por día, que es el mínimo requerido para cumplir con las funciones naturales del organismo.
La recomendación actual varía de acuerdo con el sexo: los varones deben beber entre 2 y 3 litros diarios de agua. Por su parte, las mujeres tienen aconsejados entre 1,5 y 2 litros por día (6 a 9 tazas). Estos valores dependen del clima y el nivel de actividad física. Y aumentan en caso de padecer vómitos, diarrea o fiebre.
A más agua, más vida
El agua es vital para el organismo, ya que constituye el 90% del plasma de la sangre, que lleva nutrientes y oxígeno a las células. Es imprescindible para remover los desechos en los riñones. También para mantener lubricadas las articulaciones, regular la temperatura corporal y sustentar el funcionamiento del sistema digestivo.
Los médicos saben hace mucho tiempo que, cuando una persona está deshidratada, siente sed y sufre cambios en el ánimo, libera hormona antidiurética de la glándula pituitaria –lo que reduce el volumen de orina- y puede padecer constipación, alteraciones en la presión arterial y cálculos renales. Pero lo que un flamante estudio norteamericano acaba de mostrar es que la deshidratación también afecta a los procesos de envejecimiento y puede hacer que la edad biológica de una persona se convierta en mayor que la cronológica.
Quienes beben poca agua tienen mayor cantidad de sodio en su sangre. Lo normal es tener entre 135 y 146 mmol/l en ayunas, pero investigadores del Instituto Nacional de Corazón, Pulmón y Sangre de los Estados Unidos (NHLBI, por sus siglas en inglés) acaban de establecer que, a partir de 142 mmol/l de sodio, la salud se resiente progresivamente y el organismo acelera su envejecimiento por falta de hidratación.
Tras analizar el nivel de sodio en sangre de más de 11.000 adultos y la evolución de 15 biomarcadores que cambian con la edad (glucosa, colesterol, urea, cistatina, presión sistólica, etc.) durante 30 años, los investigadores del NHLBI descubrieron que quienes tenían valores más altos de sodio tendían a morir más jóvenes que el resto y a sufrir una serie de enfermedades, desde insuficiencia cardíaca y diabetes a hipertensión y demencia.
Cuando la edad biológica es otra
Lo más novedoso de la investigación es que los científicos encontraron una diferencia entre la edad cronológica y la edad biológica (medida por los biomarcadores) de las personas de acuerdo con sus niveles de sodio y, por lo tanto, la hidratación. El organismo de quienes más sodio tenían en sangre (y menos agua bebían) envejecía más rápido que los que mostraban niveles medios de sodio. A más sodio (y menos hidratación), más riesgo de morir prematuramente, encontraron los investigadores.
Aunque no se trata de un estudio causal entre el agua y la mortalidad sino de una asociación entre el sodio y el riesgo de enfermar y morir, los investigadores subrayan la importancia de cultivar el hábito de beber a diario suficiente agua (u otros líquidos, preferentemente sin azúcar).
“Los resultados de nuestro estudio sugieren que una hidratación adecuada puede disminuir el envejecimiento y mantener una vida libre de enfermedades”, concluyó Natalia Dmitrieva, una de las autoras del estudio e investigadora en el Laboratorio de Medicina Regenerativa Cardiovascular del NHLBI.
Para incorporar fluidos, además de tomar agua, los especialistas recomiendan:
- Comer muchas frutas (uvas, frutos rojos, melón, naranja) y verduras (especialmente lechuga, espinaca, zanahoria y zapallo).
- Preparar un litro de té y mantenerlo frío en la heladera para beber durante el día.
- Llevar una botella con agua limpia al trabajo y al gimnasio.
- Tomar un vaso de agua antes de empezar a comer y un té o café al terminar.
Tomar agua limpia en cantidad abundante no sólo es un mandato del verano sino también del resto del año. La hidratación es fundamental para envejecer mejor, evitar enfermedades crónicas y una muerte prematura.
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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