15 noviembre, 2022
Todas las actividades humanas son causa de transformaciones en el ambiente, pero algunas producen tal impacto negativo en los ecosistemas que estos ya no pueden revertirse y se requiere de la intervención humana para lograr una recuperación. A esa deuda con el ambiente se la denomina pasivo ambiental ¿Cuáles son las actividades económicas más contaminantes y con mayor pasivo ambiental en Argentina?
Actividades con alto impacto ambiental
- Minería. Afecta el paisaje, porque elimina vegetación y partes de montañas, y puede dejar escombros o desechos en el lugar, desde roca inerte hasta diques de cola con sustancias tóxicas.
- Hidrocarburos. La extracción y refinamiento del petróleo puede contaminar el suelo, el agua y el aire durante su operación y cuándo el pozo está inactivo o abandonado. También deja desechos peligrosos sólidos y líquidos.
- Basurales. Argentina tiene 5.000 basurales a cielo abierto, según el Ministerio de Ambiente de la Nación. Generan lixiviados que contaminan el suelo y el agua. Y son susceptibles de incendiarse y afectar la vegetación aledaña. También emanan gases responsables del cambio climático.
- Industrias. Las petroquímicas, fundiciones y peleteras son las más peligrosas, porque trabajan con metales pesados y sustancias muy tóxicas difíciles de eliminar del ambiente. Existen varios polos que, a pesar de que se monitorean activamente, igual están generando un pasivo ambiental. Son los casos de los polos de Ensenada, Campana-San Nicolás, Bahía Blanca (en la ciudad y provincia de Buenos Aires), Río Tercero (Córdoba), San Lorenzo (Santa Fe) y Luján (Mendoza), entre otros.
- Agroquímicos. La agricultura y ganadería utilizan productos químicos que se van acumulando en los suelos y llegan a los cursos de agua por escorrentía. A su vez, la producción intensiva de animales también puede dejar un pasivo ambiental.
- Actividad nuclear. Argentina genera por año unos 200 metros cúbicos de desechos radiactivos de baja y media actividad por el funcionamiento de las tres centrales nucleares. Y existen minas de uranio que aún no terminan de remediarse como es el caso de Los Gigantes en Córdoba. La mayoría de los residuos nucleares está confinados en contenedores especiales dentro de los predios de las centrales nucleares.
Pasivos ambientales del petróleo
Solo en Mendoza hay más de 7.000 pozos petroleros y también “piletas ecológicas” con los residuos de perforación. Según el Gobierno de Mendoza hasta el 2020 se habían remediado el 70% de estos pasivos ambientales petroleros.
Se utilizan métodos tradicionales como la remoción del suelo contaminado para su tratamiento y/o encapsulado que luego se convierte en insumo para la pavimentación de caminos. Es el mismo procedimiento que se viene aplicando a los distintos incidentes que suceden en Vaca Muerta. Solo en Neuquén ocurrieron 5,6 derrames diarios. Ya murieron 15 personas desde 2017 por estos accidentes, según el Observatorio Petróleo Sur (OPS).
Sin embargo, la extracción en esta cuenca no solo deja los derrames como pasivo ambiental. La técnica de fracking necesita miles de toneladas de arena, millones de litros de agua y otros químicos que luego se transforman en residuos. Los desechos líquidos son descartados en pozos sumideros. Según OPS, estos pozos pueden permear los efluentes al subsuelo de la región. En tanto los residuos sólidos y semisólidos son tratados en basureros petroleros, como el de Comarsa en Neuquén.
¿Qué soluciones hay para recuperar pasivos ambientales?
Las industrias aplican tareas de remediación tradicionales como el encapsulado del suelo contaminado o la cobertura de los desechos tóxicos para evitar que se dispersen en el ambiente. Pero desde hace algunos años se estudian estrategias alternativas. Una de ellas es la de biorremediación. ¿Qué es? Se trata de utilizar plantas, bacterias u hongos para limpiar suelos y aguas contaminadas con metales pesados y otros compuestos tóxicos.
Biorremediación en la Antártida
El uso de hidrocarburos para los vehículos y la calefacción de las bases de la Antártida representan un riesgo para el continente. Lucas Ruberto, investigador del Conicet y del Instituto Antártico Argentino, desarrolló un método de biorremediación con bacterias que pueden degradar los microderrames de combustibles.
El desafío fue doble porque tuvieron que encontrar microorganismos autóctonos de Antártida, ya que los tratados internacionales prohíben incorporar especies exóticas al continente blanco. Los investigadores estimulan toda la comunidad microbiana del suelo contaminado, entre la que se encuentra especies que degradan hidrocarburos. Para eso, agregan nitrógeno y fósforo. Con este método lograron remover el 80% de la contaminación del suelo en 60 días.
El pasivo ambiental de la megaminería
El mayor impacto a la vista de los megaproyectos mineros son los gigantescos pozos que dejan. Por ejemplo la excavación principal de Bajo de la Alumbrera (Catamarca) tiene 2 kilómetros de diámetro y 850 metros de profundidad. Procesaba 110 mil toneladas diarias de roca. Es la primera mina en realizar su remediación en Argentina. La operación, llamada Mara, se realizará en conjunto con el inicio de operaciones de Agua Rica.
El material sin metales valiosos que se extraía de la mina se fue depositando en montículos de 30 metros de alto que ocupan unas 30 hectáreas de la precordillera. Esas lomas deben cubrirse para evitar que entren en contacto con lluvia y acidifiquen el suelo. Se taparán con una capa de suelo y luego se plantarán 2.500 plantas autóctonas por hectárea.
El dique de cola, que contiene el agua con compuestos químicos utilizados en la separación de metales, llegó a tener una superficie de 5.000 hectáreas. A medida que se va secando, operarios lo irán cubriendo con una capa de medio metros de material estéril.
La mina consumía 25 mil millones de litros anuales de agua, lo cual secó el acuífero. Según al empresa, con el cierre el reservorio de agua comenzó a recuperarse lentamente.
Remediar con plantas
Parte del agua y suelo contaminados de las minas se podrían biorremediarse con plantas. En 2022, investigadores de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) patentaron un procedimiento para descontaminar suelos con metales pesados, metaloides y radioisótopos. El proyecto está a cargo de la investigadora Adalgisa Scotti.
Los elementos contaminantes pasan a las hojas de las plantas desde donde se pueden recuperar y reutilizar para otros fines. Lo que es un residuo peligroso se transformar en un insumo valioso. La investigadora está trabajando en un proyecto para recuperar wolframio metálico desde residuos mineros en Los Cóndores (San Luis) y en Marruecos.
El método también serviría para remediar el humedal natural donde se instaló la planta de enriquecimiento de uranio en Pilcaniyeu (Río Negro), ya que permite extraer elementos como mercurio, plomo, cromo, radio y cadmio.
Por Lucas Viano @LucasViano
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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