En aumento: fiebre hemorrágica en Argentina

27 julio, 2022

En un mundo interconectado donde los ecosistemas rurales, selváticos y urbanos están en roce frecuente, las epidemias viajan a ritmo de avión y los virus generan alertas incesantes. En el continente americano siguen produciendo muertes por el virus Hanta y el virus Junín, que está en alza.

El SARS-CoV-2 no fue una excepción sino la regla: los virus pasan de los animales a los humanos y tienen la capacidad de transmitirse rápidamente por contacto directo, por agua o por aire. El Ébola saltó de los monos y los murciélagos, a los cazadores africanos y cercó las ciudades más populosas del África. También, llegó a amenazar a Estados Unidos.

En la actualidad, el virus Marburgo vuelve a causar muertes en Ghana e inquieta al mundo occidental. Sumado a esto, la viruela del mono se transforma en una amenaza internacional.

Fiebre hemorrágica en aumento en Argentina

La zoonosis más preocupante en Argentina actualmente es la Fiebre Hemorrágica Argentina (FHA) o mal de los rastrojos, causada por el virus Junín, que va en aumento.

La Argentina produce una vacuna (CANDID) basada en virus Junín atenuados, que se aplica en zonas rurales endémicas (sur de Santa Fe, sur de Córdoba, norte, centro y sudeste de Buenos Aires, y noreste de La Pampa) a personas en riesgo de contacto con roedores (laucha del maíz). También se trata con plasma de personas sobrevivientes a quienes presentan síntomas sospechosos de FHA (fiebre, dolores, sarpullidos, hemorragias en la boca).

Sin embargo, en 2022 aumentaron los casos y se registraron ya 4 muertes por fiebre hemorrágica. La Sociedad Argentina de Infectología emitió un alerta hace algunas semanas, pero los casos siguen en aumento en la provincia de Buenos Aires.

También preocupa en Argentina el virus Hanta, transmitido por roedores o de humano a humano. En 2019 varias personas murieron en Epuyén por la cepa Andes del hantavirus. Recientemente, una niña murió en Futaleufú, Chubut, presuntamente por contacto con heces de un ratón. El hantavirus genera fiebre, vómitos y dolor abdominal, y puede afectar seriamente los pulmones y el corazón. No existen vacunas y los infectados deben ser diagnosticados y tratados precozmente para sobrevivir.

En todos los casos, los especialistas recomiendan evitar el contacto con roedores y murciélagos y sus heces o saliva. Esto es especialmente importante durante los traslados de las vacaciones de invierno o visita a sitios rurales.

De los monos y murciélagos a los humanos

El virus Marburgo tomó su nombre a partir de un puñado de casos que se registraron en Alemania en 1967, presuntamente a partir de monos importados de Uganda. En ese entonces se descubrió que causaba fiebre, náuseas, vómitos, dolor de cabeza y una fiebre alta que culminaba en hemorragias generalizadas. La mitad de los casos terminaba en muerte. En África se registran periódicamente casos de fiebre hemorrágica causadas por el virus Marburgo y por su pariente letal, el Ébola.

Angela Rasmussen, una viróloga reconocida de la Universidad de Saskatchewan, en Canadá, reclama junto a otros colegas que se concreten ensayos clínicos para probar algunas de las vacunas experimentales desarrolladas contra el Marburgo.

La vacuna contra el Ébola, aprobada en los últimos años, ha permitido hasta ahora limitar los brotes que surgen en África. Pero la alta letalidad de las fiebres hemorrágicas evitan que los virus se expandan rápidamente por el mundo porque los infectados mueren antes.

No es el caso de la viruela del mono. Heredera lejana de la viruela clásica que asoló al mundo hasta que se declaró erradicada en 1980. Esta viruela –transmitida principalmente por ratones y ardillas- se había convertido en endémica en algunos países de África, como Nigeria, Congo y Camerún, hasta que comenzó a circular recientemente en hombres europeos.

Viruela símica

No se trata de una enfermedad de transmisión sexual, pero se contagia gracias al contacto cercano con lesiones en la piel y mucosas, incluso muy pequeñas. La viruela del mono también se transmite a través de objetos contaminados (como la ropa de cama) y por medio de fluidos corporales. Aún se discute si -como el COVID-19- se puede transmitir por el aire a través de aerosoles.

Lo que sí se sabe es que se necesita un contacto estrecho para que el virus de la viruela del mono encuentre un nuevo huésped donde prosperar.

El mundo en alerta

La Organización Mundial de la Salud lanzó el 23 de julio pasado un alerta internacional y vigila de cerca los casos. En total suman 17.000 en 75 países del mundo, e incluyen decenas de niños y mujeres. Según la OMS, hasta ahora se produjeron 5 muertes.

“Si bien estoy declarando una emergencia de salud pública internacional, por el momento es un brote concentrado en los hombres que tienen sexo con hombres, especialmente aquellos con múltiples parejas”, declaró Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS, para explicar por qué tomó una decisión contraria al consejo de la mayoría de sus asesores de lanzar un alerta máxima. “Es un brote que puede detenerse si se toman las medidas adecuadas en los grupos indicados”, afirmó Tedros en conferencia de prensa.

La transmisión de la viruela del simio entre humanos preocupa por su velocidad de expansión. Se sabe que la vacuna tradicional contra la viruela (que tienen todos los nacidos antes de 1972) puede prevenir los contagios también de la viruela del mono. Existe una vacuna nueva, aprobada en 2019, pero de producción limitada.

En Europa, se aprobó este año un fármaco antiviral (tecovirimat) que permite tratar a los pacientes, pero el acceso es difícil. La buena noticia es que la enfermedad, que suele tener un período de incubación de 6 a 13 días, suele resolverse en dos a cuatro semanas en la inmensa mayoría de las personas.

Si bien se han identificado 13 casos en Argentina de viruela del mono -12 en viajeros- no se ha probado todavía la circulación interna de este virus ni, mucho menos, del Marburgo. Sí, en cambio, va en aumento la fiebre hemorrágica en Argentina.