24 mayo, 2022
El patógeno de la viruela convivió con los humanos por tres mil años y durante el siglo 20 se estima que mató a 300 millones de personas. Sin embargo, Ali Maow Maalin fue la última persona que en 1977 naturalmente se contagió de viruela humana (Variola minor). El 8 de mayo de 1980 la Organización Mundial de la Salud declaró la erradicación de la viruela. Cuatro décadas después otra viruela parece amenazar al mundo y se presenta tras el duro impacto provocado por la pandemia de COVID-19. No obstante, existen varias diferencias entre la difusión de la viruela del mono o símica (Ortopoxvirus) y el COVID-19 que permiten pensar que no estamos ante una potencial nueva pandemia.
1. Un virus que no es nuevo
La primera diferencia es que “A diferencia de Sars-Cov-2, la viruela del mono no es nueva. Desde 1970 causa brotes pequeños en humanos en países de África Central y Occidental. Ocasionalmente hay casos en zonas no endémicas, pero siempre asociados a contactos en zonas endémicas”, asegura Zulma Cucunubá, experta en infectología en el Centro Centro para el Análisis Global de Enfermedades Infecciosas del Imperial College de Londres. El término endemia se utiliza para hacer referencia a un proceso patológico estacionario en una población o espacio determinado durante períodos prolongados. Eso es lo que ocurre, por ejemplo, con la viruela del mono en algunos países africanos.
Además de los brotes endémicos, varios países ya se vienen preparando ante un posible ataque bioterrorista con algún tipo de viruela. Todo ello traccionó para que existieran vacunas, aunque no específicas para la viruela del mono, pero eficaces para contenerla. La primera vacuna creada por Edward Jenner fue contra la viruela, a fines del siglo 18. Hoy se cuenta, por ejemplo, con la vacuna de marca Ynneostm (Imvamune o Imvanex), con una eficacia del 85%.
A su vez, aunque no existe un tratamiento específico para la viruela del mono, en los anaqueles farmacológicos existen terapias. Un ejemplo es el antiviral Tecovirimat.
Estas ventajas de arranque no estaban presentes en el inicio de la pandemia de COVID-19.
2. Viruela del mono: capacidad de contagio
La diferencia más importante entre la viruela del mono y el COVID-19 es la capacidad de contagio de cada patógeno. En los países africanos donde esta viruela es endémica, el virus se propaga de animales a personas (zoonosis). La fauna silvestre es el principal reservorio.
“El contagio sucede cuando una persona toma contacto con el virus desde un animal portador, otra persona infectada o a través del contacto con materiales contaminados”, explica un documento de la Sociedad Argentina de Infectología (Sadi).
El contacto con las lesiones que genera viruela y los fluidos corporales también pueden ser focos de contagio.
Este virus también parece sobrevivir más tiempo en la ropa y material contaminado que el coronavirus.
También ocurren transmisiones de persona a persona a través de gotitas respiratorias expulsadas por el infectado que llegan los ojos, nariz o boca de otra persona. Esta es una forma de contagio que también ocurre con el COVID-19.
La duda es si la viruela símica, al igual que el coronavirus y que la viruela humana, se contagia por el aire (en el caso del COVID-19 quedó claro que sí). En todo caso, el tiempo de exposición necesario para lograr el contagio de la nueva viruela parece ser mucho mayor que para el Sars-Cov-2, en especial, comparándolo con las variantes Ómicron, que requieren apenas minutos.
3. Diferencia con el COVID-19: Síntomas más claros
Los síntomas del COVID-19 son similares a los que producen otras enfermedades respiratorias: fiebre, tos, dolor de garganta y de cabeza, etc. Esto dificulta el diagnóstico clínico.
La viruela del mono, en cambio, tiene síntomas particulares. Si bien empieza como un cuadro gripal (fiebre y dolor de cabeza intenso), también se caracteriza por la inflamación de los ganglios linfáticos.
Entre el día uno y tres del contagio se desarrollan erupciones planas en cara, pies y manos que luego se transforman en pústulas con un líquido amarillento. Son muy dolorosas. Los síntomas pueden durar de dos a cuatro semanas.
4. Período de incubación
El periodo de incubación (tiempo que pasa entre el contagio y la manifestación de los síntomas) es de 7 a 14 días en la viruela, contra cuatro días de promedio en el COVID-19.
Esto puede hacer más efectivo el sistema de rastreo de contactos para la viruela.
5. Severidad variable según la cepa
Puede ser una enfermedad más severa que el COVID-19, con una tasa de letalidad del 11%. Se estima que en el caso del coronavirus era del 1,5% antes de la vacunas.
Sin embargo, la severidad de la viruela varía según la cepa, ya que hay versiones totalmente inofensivas. El brote actual parece ser generado por la cepa de áfrica Occidental con un 1% de letalidad y en países con sistemas de salud precarios.
“En la mayoría de los casos la enfermedad no es grave y evoluciona favorablemente por sí misma. En África ha presentado tasas de letalidad variables entre 4% y un 22%, con mayor virulencia en niños y personas jóvenes”, asegura el documento de la Sadi.
Por qué preocupa ahora la viruela del mono
Las personas y las autoridades están más sensibles ante cualquier patógeno extraño que genere algún brote debido a la pandemia y los casos de viruela del mono preocupan por varios motivos.
El primero es que algunos de los casos detectados no tienen nexo epidemiológico con el sitio endémico donde habitualmente se generan los brotes. “Lo que es nuevo del brote actual es que estos casos han estado ocurriendo en países sin estar asociados a viajes o exposiciones provenientes de países endémicos”, asegura Cucunubá.
La experta enumera algunas de las hipótesis, ante este brote fuera de la zona endémica. La primera es que haya ocurrido un cambio intrínseco por mutaciones del virus.
El segundo, es que estemos observando el impacto de la disminución de la inmunidad frente a viruela humana. “Hace 40 años que no se vacuna a las personas. Eso quizás esté determinando un mayor riesgo de transmisión”, indica. A su vez, la pandemia de COVID-19 podría haber generado un terreno fértil para que se propague a otras regiones.
El riesgo es que se vuelva endémico fuera de África
Los expertos coinciden en que si bien no tiene la característica de un virus pandémico, la viruela símica podría volverse endémica en territorios más allá de África.
El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades advirtió sobre esta posibilidad si no se controla rápido el actual brote y el virus logra propagarse entre algunos animales (roedores, ardillas e incluso mascotas) de ese continente que pueden funcionar de reservorios.
De hecho, las autoridades europeas recomiendan poner en cuarentena a las mascotas de las personas infectadas con la viruela símica o sospechosas de haberse contagiado.
Hasta el 24 de mayo de este año se confirmaron casos en Reino Unido, Italia, Portugal, España y Estados Unidos, entre otros países. Argentina informó un caso sospechoso y hay decenas más en diferentes países.
Por Lucas Viano @LucasViano
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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