14 febrero, 2022
Como por arte de magia, llegó a los oídos de Argentina y de los argentinos el hidrógeno verde: una especie de sustancia alquímica que puede garantizarnos energía a futuro, infinita y sin dañar el ambiente. En Argentina el hidrógeno verde es considerado la energía del futuro y también su gran oportunidad.
En noviembre la empresa australiana Fortescue Future Industries anunció que iba a invertir 8.400 millones de dólares en Río Negro para producir este gas.
Todos los expertos reconocen que el potencial argentino es inmenso en esta área. Puede producir hasta 10 veces la energía que importa, según un cálculo realizado por investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
«El país tiene casi 3,5 veces más potencial de producción de hidrógeno verde que EE.UU.», asegura Agustín Sigal, integrante del Laboratorio de Energías Sustentables (Laes), de la UNC. Pero el hidrógeno verde no se consigue con magia. Para ello, hay que desarrollar fuentes verdes de electricidad, como la energía eólica y la solar.
El sector tuvo sus idas y vueltas en el país. Ahora parece despegar de la mano de industrias nacionales y de las inversiones extranjeras en hidrógeno verde.
Que es el hidrógeno verde
El hidrógeno es un vector de combustible, es decir, sirve como “transporte” de otras fuentes de energía. Hay varias formas de producirlo. Para que sea verde, debe utilizarse electricidad de fuentes renovables, como la que se genera con el viento o el sol. Esa electricidad rompe las moléculas de agua y se obtiene oxígeno e hidrógeno.
La molécula de hidrógeno está formada por dos átomos de este elemento con un enlace muy fuerte, donde reside su poder energético.
De esta forma, durante toda la cadena productiva y también cuándo se “quema”, no hay emisiones de gases de efecto invernadero, responsables del cambio climático. Y el sol y el viento son inagotables, por lo que se podría producir energía a futuro, “para siempre”.
Para qué se usa el hidrógeno verde
Es señalado como el combustible del futuro. “La mayoría de las economías centrales han diseñado la transición energética pensando en el hidrógeno, ya que es un elemento químico que almacena una gran cantidad de energía, tiene un gran poder calorífico y además se lo puede utilizar para generar energía eléctrica”, explica Gabriel Correa, investigador de Conicet y la Universidad Nacional de Catamarca.
El hidrógeno puede usarse en una caldera industrial y en minería. También puede servir de combustible para autos como si fuera GNC. Otro uso es la producción de electricidad a través de los que se conoce como pila de combustible. Este dispositivo usa hidrógeno y oxígeno para producir electricidad y agua, como subproducto.
Podría ser el combustible de los autos del futuro e incluso reemplazar las baterías de litio. “Todas las primeras marcas de autos tienen sus vehículos a hidrógeno. El problema es que, por el momento, se trata de una tecnología con piezas muy costosas”, indica Sigal. Sin embargo, aclara que tiene un 80 % de eficiencia contra el 40 % de los motores a combustión actuales.
Energías del futuro: renovables para producir hidrógeno
“En nuestro país tenemos fuentes de energías renovables extraordinarias con los vientos en la Patagonia y solar en el norte. Esto hace que el hidrógeno producido en el país sea mucho más económico que en otros lugares del planeta”, asegura Correa.
Pero el país aún esta lejos de producir toda la energía renovable que podría. En 2021, alcanzó los 5.181 Megawatts (MW), lo que equivale al 13 % de toda la energía generada en el país. Argentina viene incorporando a razón de 1.000 MW de renovables por año.
“Si bien hasta el 2015 veníamos atrasados con respecto de Chile, Uruguay y Brasil, en los últimos años hemos avanzado mucho”, asegura Diego Franco, profesor de Energías Renovables de la Universidad Católica de Córdoba y uno de los pioneros en el desarrollo de la energía eólica en el país.
El experto sintetiza la breve historia con vaivenes que tuvo este sector en el país. Señala que empezaron a desarrollarlo las cooperativas eléctricas de algunas localidades en la década de 1990. “En ese momento, con la empresa mendocina Impsa, instalamos la primera turbina eólica en Arauco, La Rioja. Luego se construyeron dos parques más en ese lugar”, recuerda.
Con el cambio de gobierno en 2016, los programas para fomentar la creación de parques eólicos y fotovoltaicos permitieron la importación de equipos. “La industria nacional se descapitalizó” señala Franco.
Pero desde hace un par de años, el sector renació, asegura. “Ahora sí, de la mano de la industria nacional, se verá el verdadero efecto multiplicador de las energías renovables”, apunta.
Primero las renovables, luego el hidrógeno
Franco piensa que el país cumplirá con holgura la meta para 2025 de garantizar que el 20 % de la energía producida sea de fuentes renovables. “Es factible alcanzar esa meta siempre dependiendo de las variables macroeconómicas del país”, afirma.
Los expertos coinciden en que habrá una primera etapa de maduración tecnológica y del mercado, antes de que el hidrógeno se incorpore a la cadena.
Sigal sostiene que los primeros sectores que usarán hidrógeno verde serán aquellos donde la reposición de combustible es fija y en grandes volúmenes: industria pesada, minería, el transporte marítimo y aéreo.
Sin embargo, la apuesta de la empresa australiana sería la de exportar hidrógeno. Es decir, que los autos e industrias de Europa podrían funcionar gracias a los vientos patagónicos.
Por Lucas Viano @LucasViano
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