21 diciembre, 2021
El alcohol es una droga legal que provoca un grave daño sanitario. En muchos casos, a su vez, es el desencadenante de accidentes de tránsito y violencia familiar. Pero a diferencia de lo que ocurre con drogas ilegales como cocaína, «paco» o marihuana, el consumo de alcohol en Argentina aparece como una adicción tolerada por la sociedad y para la que el Estado ofrece pocas respuestas.
En Argentina el consumo de alcohol también es estimulado. Por las empresas, pero también por la sociedad. Crece año tras año entre los jóvenes y el peligro de su consumo no suele advertirse.
Argentina y el consumo de alcohol
- Argentina es el primer país consumidor de alcohol en América Latina con 9 litros de alcohol puro por habitante por año.
- El 90% de las argentinas y el 94% de los argentinos son bebedores. El porcentaje de abstemios es el más bajo de América del Sur.
- Según la última encuesta de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) de 2017, el 53,8% de los adolescentes de 12 a 17 consumió alcohol en el último año. En el reporte de 2010 esa cifra era del 35,4%. La venta de alcohol está prohibida a menores de edad.
- Entre los jóvenes de 18 a 24 años, 62,1% reconoció haber consumido alcohol en el último mes. En 2010, ese porcentaje fue del 57,2%.
- Varios estudios preliminares y reportes de organismos internacionales coinciden en que la pandemia y la cuarentena provocaron un aumento en el consumo de bebidas.
Consumo de alcohol excesivo: el riesgo de una noche
Angelina Pilatti, psicóloga e investigadora del Conicet experta en adicciones, asegura que es preocupante el consumo episódico y excesivo de alcohol (CEEA) entre los adolescentes. Se trata de la borrachera de una noche, durante la que se consume más de cinco unidades de alcohol. Cada unidad de alcohol equivale a una lata de cerveza, un vaso de fernet preparado de 250 mililitros o una medida de whisky (45 ml).
“Con esos niveles de alcohol en sangre se observan deterioros cognitivos, perceptuales y motores. También disminuye la atención, la percepción del riesgo asociado a las maniobras de conducción y aumentan los tiempos de reacción”, explica.
Un estudio de su grupo en 4.500 estudiantes universitarios de primer año encontró que casi el 10 % había protagonizado un promedio de dos CEEA por semana durante los últimos 3 años. En el 40 % la frecuencia de los CEEA fue de 2 a 4 por mes.
Sumado a esto, Pilatti observa que entre los 17 a 18 años el consumo de alcohol aparece casi como normativo, como algo que hay que hacer y está bien visto. “Una modalidad de alta ocurrencia en universitarios es el consumo simultaneo de alcohol y marihuana. Sus efectos nocivos se superponen”, apunta.
Alcohol: una droga legal aceptada
“El alcoholismo debe ser una de las mayores prioridades de salud pública. Está asociado con muertes que se pueden prevenir y con muchos años de vida con discapacidad. Necesitamos medidas de salud pública, políticas y programas eficaces, viables y sostenibles para reducir el consumo de bebidas alcohólicas”, afirma Anselm Hennis, director del Departamento de Enfermedades no Transmisibles y Salud Mental de la Organización Panamericana para la Salud (OPS).
Desde este organismo entienden que los países de la región no están tomando las medidas necesarias para enfrentar este problema de salud.
Pilatti explica que Argentina es un país con una alta ocurrencia de consumo de alcohol y un bajo porcentaje de abstemios. “La evidencia muestra que las personas de países donde el consumo habitual de alcohol es muy prevalente ejercen menos presión para beber menos”, explica.
También señala que beber, en especial entre adolescentes, es un comportamiento social y está fuertemente ligado a contextos de diversión. “Hay una serie de razones ‘positivas’ por las que se decide consumir. Para algunos, el consumo hasta la ebriedad no es visto como un problema, sino como un estado que se busca alcanzar para divertirse o facilitar la interacción social”, explica.
Consecuencias para la salud
Pero consumir alcohol tiene su precio. Según la OPS, esta adicción provocó un promedio de 85 mil muertes directas por año en toda América entre 2015 y 2017. En Argentina son 1.600 víctimas directas anuales.
Estas muertes están asociadas a problemas hepáticos graves y trastornos neuropsiquiátricos asociados a la adicción. A su vez, la OPS estima que es un factor presente en otras 300 mil muertes anuales en todo el continente.
El alcohol está asociado a más de 200 enfermedades y lesiones, incluso el cáncer. Según Sedronar, el 8% de las enfermedades cardiovasculares son atribuibles al consumo de alcohol. Esta adicción es el tercer factor de riesgo de muertes prematuras y discapacidad a nivel mundial y es el número uno entre personas de 15 a 49 años.
Además, en países como Argentina, entre el 33% y el 69% de los conductores fallecidos en un accidente de tránsito habían consumido alcohol previo al suceso, según datos del Ministerio de Salud de la Nación.
Estrategias contra el alcoholismo
Desde la Organización Mundial de la Salud se propone la estrategia SAFER (en inglés, “más seguro”) para reducir el uso nocivo del alcohol. Estas medidas son:
- Fortalecer las restricciones del acceso y disponibilidad del alcohol (S).
- Garantizar medidas de control del alcohol al conducir (A).
- Garantizar la detección precoz, el consejo breve y el tratamiento en personas con consumo nocivo de alcohol en el sistema de salud (F).
- Implementar prohibiciones completas de publicidad, promoción y patrocinio de bebidas alcohólicas (E).
- Aumentar los impuestos selectivos para incrementar los precios de las bebidas alcohólicas (R).
En Argentina la publicidad de estos productos está regulada (en especial para proteger a los menores), pero no prohibida totalmente.
“Otra medida sencilla, pero contundente, consiste en limitar el horario de comercialización y reducir la concentración de puntos de venta de esos productos en una comunidad”, aseguró Hennis.
Pilatti coincide con esta estrategia: “Nuestros estudios han mostrado que la densidad de puntos de ventas de alcohol está asociada a la cantidad de consumo y a las consecuencias de dicho consumo”.
La alcoholemia cero también es una medida recomendada por los organismos internacionales. El Congreso de la Nación argentina comenzó a debatir un proyecto en este sentido durante el 2021. En algunas provincias ya está vigente. A nivel nacional se permite hasta 0,5 gr/l para automovilistas y 0,2 gr/l para motociclistas.
Pilatti cree que también deben realizarse campañas focalizadas en los consumos excesivos o borracheras. “El objetivo debe ser tratar de modificar percepción del uso. Está demostrado que puede tener efectos beneficiosos a corto y largo plazo», apunta.
No descarta que también complementar todas estas acciones con medidas de reducción de daño. Ejemplos de esto son el eslogan «Si consumió alcohol, no maneje» o la iniciativa del conductor designado.
Por Lucas Viano @LucasViano
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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