23 noviembre, 2021
La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que la resistencia a antimicrobianos (RAM), más conocida como resistencia a antibióticos, será la próxima pandemia.
Los antimicrobianos son drogas para tratar infecciones provocadas por bacterias, hongos y parásitos. Estos microorganismos sufren mutaciones, algunas de ellas le permiten resistir al efecto de los fármacos. Este mecanismo de adaptación genética se acelera si hay una exposición mayor a estas drogas.
Según un informe de esta organización, unas 700 mil personas mueren al año por esta causa. Y se estima que en 2050, serán 10 millones. Además, tendrá un grave impacto económico: en 2030 podría empujar a la pobreza extrema a 24 millones de personas.
¿La nueva pandemia?
El tema es complejo de resolver, pero los expertos coinciden en que la solución tiene tres pilares:
- concientización
- nuevas regulaciones y controles
- hallazgo de nuevos tratamientos
“La RAM ya es una pandemia silenciosa que afecta a la salud humana, animal y del planeta. Si no comenzamos a tratar el problema, vamos a vivir en una era postantibiótica. No tendremos opciones de tratamiento para infecciones que ahora son habituales y fácil de resolver”, asegura Claudia Sola, investigadora independiente de Conicet y directora de la Especialización en Bioquímica Clínica en el área bacteriología de la Universidad Nacional de Córdoba.
Tendrá impactos en los trasplantes, la quimioterapia y en todos los pacientes que necesiten inmunosupresión, lo que predispone a tener infecciones.
Sola, experta en RAM, agrega: “Es un problema difícil de controlar porque es inevitable en el tiempo. Los patógenos van adquiriendo nuevas mutaciones que le dan resistencia. Es un proceso natural que no se puede frenar”.
Concientización
Desde la OMS recomienda que la RAM se aborde bajo el concepto de “una salud”. Esto es, deben intervenir todos los sectores involucrados en la salud humana, veterinaria, la producción de alimentos y el cuidado del ambiente para combatir la resistencia a los antibióticos.
El Ministerio de Salud de la Nación inició una campaña para enfrentar esta problemática. Carla Vizzotti, ministra de Salud de la Nación, hizo foco en uno de los pilares: la concientización. “Hay que lograr que la sociedad se empodere porque es parte de la solución. Hay que buscar soluciones en los dispensarios, en los hospitales y con distintas formas de comunicar”, dijo.
La Comisión Nacional para el Control de la Resistencia Antimicrobiana (Conacra) tiene un enfoque de “una salud” que involucra a actores estatales, académicos y profesionales de varios ámbitos.
“Es un momento histórico que tenemos que aprovechar para poner en escena la RAM. Hay una mayor sensibilidad social sobre los problemas sanitarios por la pandemia”, dijo Laura Barcelona, integrante de la Conacra.
Nuevas regulaciones
Los expertos proponen nuevas regulaciones para controlar la RAM. En el Congreso se debate un proyecto de ley que busca promover un uso más racional de los antimicrobianos. Entre las medidas que propone están:
- Una mayor intervención del comité de infecciones en los hospitales.
- Obligación de que las recetas médicas incluyan el diagnóstico para el que se indica el antimicrobiano. La pandemia es el mejor ejemplo de que muchas veces a los pacientes se les indica un antibiótico a pesar de tener una infección viral para las que estas drogas no tiene ningún efecto.
- Venta de antimicrobianos bajo receta archivada, como ocurre con los psicofármacos.
- El envase de la droga deberá tener una etiqueta con la leyenda de que el fármaco genera RAM.
Otras medidas que tienen que también podrían aplicarse son:
Receta diferida. Muchas veces se receta un antibiótico sin que el médico tenga certezas de que se trata de una infección bacteriana. Una revisión publicada en el British Medical Journal, determinó que la receta diferida (entregar la prescripción pero para que pueda comprarse algunos días después) no alteró el pronóstico de pacientes con infecciones respiratorias.
«La prescripción tardía de antibióticos es una estrategia segura y eficaz para la mayoría de los pacientes. También, para aquellos de mayor riesgo. Podría reducir las tasas de nuevas consultas y es poco probable que se asocie con un aumento de los síntomas o la duración de la enfermedad, excepto en niños pequeños«, concluyó el trabajo.
Disposición final. Casi siempre el paciente compra más cantidad de antibiótico del que necesita. Ese resto termina en las cloacas y de allí a los ríos. Las bacterias que viven en los cursos de agua también generar resistencia a esas drogas. Luego, esos patógenos pueden afectar a humanos y animales.
La propuesta es que el antimicrobiano sobrante se devuelva a la farmacia para que se haga una disposición final sin impactos en el ambiente.
Antibiótico para matar bacterias resistentes
El año pasado científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) descubrieron el primer nuevo tipo antibiótico, halicina, en más de 30 años. Puede matar a varias bacterias resistentes. La tarea no fue fácil por lo que tuvieron que recurrir a una inteligencia artificial que analizó más de 100 millones de compuesto químicos.
La ciencia juega una carrera a contrarreloj contra los microorganismos resistentes. El desarrollo de nuevos fármacos avanza más lento que los patógenos. “En los últimos diez años hay al menos 45 moléculas en estudio. Pero no van a llegar todas y pueden tardar unos 10 años, mientras que en 2 o 3 años ya emerge la resistencia a ese tratamiento”, explica Sola.
Bacteriófagos. Una alternativa a los antibióticos son los bacteriófagos, bacterias que tienen la capacidad de “comer” a otras bacterias. “Hay varios potenciales tratamientos con esta estrategia, pero no se han aprobado aún”, asegura Sola.
Contaminación bacteriana y la industria agro
Otros científicos están produciendo en laboratorio lisinas, las enzimas que utilizan los bacteriófagos para romper otras bacterias. La FDA aprobó algunas preparaciones con estas formulaciones para tratar contaminación bacteriana en la industria agropecuaria. Y hay algunos proyectos para humanos en fase 1.
Péptidos antimicrobianos (PAM). Son cadenas cortas de aminoácidos que producen otros seres vivos para combatir infecciones y que se puede sintetizar en laboratorio. Se podrían utilizar en combinación con antibióticos. Ya hay algunos PAM que se aplican en la conservación de alimentos y en usos veterinarios.
Anticuerpos monoclonales (MAB). Son moléculas desarrolladas en laboratorio con capacidad de neutralizar proteínas asociadas a la capacidad de infección de la bacteria. En la actualidad ya existen dos MAB (raxibacumab y obiltoxaximab) para tratar y prevenir la infección con la bacteria responsable del ántrax. Y se están investigando muchos más contra bacterias con RAM.
Los MAB ya se probaron con cierto éxito durante la pandemia de Covid-19. Sus mayores problemas son los altos costos y la posibilidad de que los patógenos puedan generar resistencia.
Nanotecnología. “El objetivo de la nanotecnología es aprovechar pequeñas partículas de polímeros y metales (cobre, zinc, titanio, plata, etc.) que pueden tener actividad antimicrobiana”, explica Sola. Algunos nano recubrimientos ya se utilizan en insumo médicos como catéteres.
Otros aportes
Para la investigadora el aporte de la ciencia va más allá del descubrimiento de nuevas terapias. Sola cree que el monitoreo de los patógenos con RAM es clave.
Ella estudia específicamente el estafilococo aureus resistente a la meticilina. “Realizamos la vigilancia molecular para conocer los linajes y clones que circulan en el país y sus mecanismos de resistencia. Con ese conocimiento se pueden implementar medidas específicas, diseñar diagnósticos y elegir blancos terapéuticos para nuevos antibióticos”, detalla.
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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