¿Una casa sustentable? Ideas que están al alcance

Paneles solares y colectoresCasa G
27 octubre, 2021

Muchos piensan que tener una casa sustentable puede ser costoso o implicaría sacrificar las comodidades de la civilización para “vivir en el bosque”. Pero no hay nada más errado que eso, además de cuidar el ambiente, cuida el bolsillo.

Una casa sustentable consume menos energía y agua. Y, con poca inversión, ya se puede tener una casa más amigable con el ambiente.

Se trata de reducir la demanda energética

Edgardo Suárez, subdirector del Instituto de Sustentabilidad Edilicia del Colegio de Arquitectos de la Provincia de Córdoba asegura que el primer paso es entender la problemática.

“El primer mandato es reducir la demanda. Por lo tanto, es necesario entender qué aspectos, usos y objetos de mi casa demandan la mayor cantidad de recursos (especialmente energía) para funcionar”, explica.

Su experiencia indica que la climatización (calefacción y refrigeración) insume entre el 35 y 65 % de la energía que consume una casa. Estos valores varían según la región geográfica.

En segundo lugar está el agua caliente sanitaria (de 15% a 30%) y luego la iluminación (10% a 20%). También hay artefactos del hogar que demandan más energía como la heladera y el lavarropas.

Charly Karamanian, autor del proyecto Casa G, un ejemplo paradigmático de vivienda sustentable y su actual morador, advierte que la construcción y operación de las viviendas son responsables de aproximadamente el 40 % de las emisiones de gases de efecto invernadero responsable del cambio climático.

Diseño bioclimático

Karamanian y Suárez coinciden en que el diseño es el primer paso para lograr la sustentabilidad. Insume cero pesos si la casa se construye desde el inicio y el costo puede ser bajo si se busca mejorar una vivienda ya construida.

“Si nos fijamos en las construcciones de nuestros antepasados, la implantación en el terreno y la orientación de los ambientes, podremos ver que eran realizadas adoptando estrategias de climatización pasiva, aprovechando los beneficios de la luz solar y las ventilaciones cruzadas”, asegura Karamanian.

“La eficiencia se puede encarar con dos estrategias: diseño o tecnología. Si no hay buen diseño, la tecnología va a tener menos impacto”, señala Suárez.

En este sentido, hay una máxima para Argentina que indica: El sur bien aislado (pocas aberturas), el norte abierto, el este con aberturas limitadas y el oeste con cámaras de aire para evitar la sobreexposición solar.

Mejorar las envolventes

Otra estrategia es lograr que la casa tenga la capacidad de abrirse en verano para ventilarse y cerrarse en invierno para no perder calor. Las persianas pueden dar esa prestación.

Para casas ya construidas se pueden mejorar el aislamiento de las paredes y la cubierta del techo. También reemplazar los vidrios simples por doble vidrio para mejor aislamiento (costará el doble).

Y probar diferentes estrategias de aberturas para mejorar la ventilación cruzada.

“Todos estos esfuerzos apuntan a no demandar energía para climatizar los ambientes, ya sea calor o frío o ambos. Siempre es interesante considerar cierto equilibrio entre el gasto inicial y el ahorro que generan”, asegura Suárez.

Karamanian pone como ejemplo el uso del ladrillo cerámico para la construcción de muros, el cual no otorga un aislamiento térmico ideal.

Los techos verdes son una buena alternativa para impermeabilizar porque puede tener un costo similar y sumar más ventajas ya que genera ahorros en climatización.

Agua caliente

Según Suárez, el termotanque solar (desde $70 mil con capacidad de 200 litros) es una tecnología en la que sí se puede invertir porque el retorno se da a los 2 o 3 años.

“Está ampliamente demostrada y utilizada en sitios con mucha radiación solar. Con una inversión inicial se puede cubrir hasta el 85 % de la demanda de agua caliente sanitaria de una vivienda”, detalla.

Iluminación

La mejor estrategia de ahorro en iluminación es utilizar la luz natural durante el día. Karamanian sugiere ventanas de techo o túneles solares como los que tiene la Casa G en el living.

Para la noche se puede utilizar lámparas del tipo LED (se consiguen desde los $100) que son más eficientes que las de bajo consumo y además no contienen mercurio.

Suárez sugiere dar un paso más y aplicar estrategias de encendido inteligente con sensores fotosensibles y de presencia (se consiguen desde $700).

También se pueden instalar enchufes inteligentes (desde $1.600) para evitar los “vampiros eléctricos”. Se trata de equipos como televisores, computadoras y otros aparatos que siguen consumiendo energía incluso cuando están apagados o en modo stand by.

Algunos estudios indican que representan hasta el 10 % de la energía que consume un hogar.

Paneles solares

Instalar paneles solares implica una gran inversión con un tiempo de retorno de varios años o décadas.

Diego Franco, docente de la Universidad Católica de Córdoba (UCC) que ha ejecutado numerosos proyectos de energías renovables, calcula que una casa con tres dormitorios y dos baños (sin aire acondicionado) consume 153 kiloWatts hora por mes.

Para cubrir esa demanda se necesita un equipo de cuatro módulos. Además, debe existir la posibilidad de subir energía a la red de distribución para poder vender el excedente en la hora pico.

Un equipo de estas característica cuesta unos U$S 2.700 más la mano de obra.

“En Córdoba el retorno se logra en más de 20 años, pero en otros lugares puede conseguirse en menos tiempo. Además, está la posibilidad beneficiarse con descuentos impositivos y de acceder a un subsidio nacional que cubre hasta el 40 por ciento del costo del equipo”, detalla.

Electrodomésticos

En cuanto a los electrodomésticos, la heladera es la que más electricidad consume en el hogar (el 24 %) y debería ser lo primero en cambiarlo por uno de tecnología inverter, que consume hasta un 60 % menos.

Este tipo de sistema también está disponible para los aires acondicionados y lavarropas. La clave es fijarse en el etiquetado de eficiencia sea de clase A+, A++ o A+++.

Consumo de agua

El agua es un bien escaso y también debe usarse de manera sustentable. Su consumo se puede reducir a la mitad con solo colocar mochilas de doble descarga en el inodoro (desde los $4.500) y reductores de caudal en las canillas ($250).

La Casa G dio varios pasos más. Por ejemplo, tiene un sistema de recuperación de agua de lluvia. Puede almacenar hasta 300 mil litros al año a partir de lo que se recolecta en techos y balcón. Se almacenan en tanques enterrados en el jardín. Esa agua se utiliza para regar y para los inodoros.

A su vez, la Casa G también recupera las aguas grises (de duchas, lavatorios y lavarropas) y las aguas negras de inodoros y bidet. En este caso se utiliza un biodigestor.

Decisión consciente y con el bolsillo

A la hora de invertir, Suárez sugiere tener en cuenta los costos, pero también el efecto inflacionario y el aumento de las tarifas, además de considerar la vida útil de la acción a realizar. “Las estrategias con mayor vida útil mejoran los rindes de recupero de inversión”, detalla.

Karamanian asegura que de a poco la gente está “volviendo” a construir casas más sustentables como nuestros antepasados.

Y explica que con la industrialización de las viviendas y el surgimiento de los sistemas de climatización, muchos de esos conocimientos fueron dejados de lado y se priorizó la estética.

“Hoy el costo de la energía y la mayor información sobre las consecuencias de la actividad de las personas sobre el ambiente nos obliga a repensar la manera en que construimos nuestros hogares”, asegura.

Por Lucas Viano @LucasViano
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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Tags: cambio climático | casa sustentable | consumo de agua | consumo responsable | crisis climática | diseño bioclimático | energías renovables | lamparas led | paneles solares | termotanque solar | vampiros electricos

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