31 mayo, 2021
La caída del cabello y la niebla mental, son dos de las secuelas del COVID-19 que suman cada vez más casos.
Se estima que, alrededor del 14% de los enfermos al menos durante cuatro meses tiene alguna secuela de la enfermedad. Así lo demuestra, un estudio reciente llamado “long covid” . Además, el 73% de quienes tuvieron COVID-19 declaran que tienen un síntoma que persiste 60 días, de acuerdo a una nueva revisión de estudios publicada en JAMA
Según los especialistas, la mayoría de los síntomas que desaparecen después de un tiempo son:
- dificultad para respirar,
- dolor en el pecho,
- fatiga,
- taquicardia,
- insomnio
Pero, hay dos problemas que afectan significativamente a los pacientes y pueden demorar más en resolverse:
- la niebla mental
- la caída del pelo
Las secuelas que más duran: caída del cabello y niebla mental
Muchas enfermedades infecciosas que producen fiebre afectan las etapas de crecimiento del cabello y, especialmente, su ritmo de reemplazo o “muda”. Los dermatólogos advierten que es normal perder entre 30 y 150 pelos por día. La preocupación aumenta cuando se observan entre 150 y 300 pelos, ya sea al cepillarse o bañarse.
Según la Academia de Dermatología de los Estados Unidos (AAD), la caída temporaria de pelo (que se conoce como “efluvio telógeno”) puede acentuarse tras padecer COVID-19. En general, la gente nota la caída dos o tres meses después de terminar la infección. Tras seis a nueve meses, la caída se detiene y el pelo vuelve a su estado anterior.
El fenómeno de efluvio telógeno puede ser consecuencia no sólo de la fiebre sino también del estrés emocional, una cirugía o un cambio de dieta.
Durante la pandemia de COVID-19, los dermatólogos están observando más de pérdida de cabello, incluso en personas que no han sufrido COVID-19. «Por el momento, no tenemos una imagen clara de lo que está sucediendo: si el coronavirus sirve como desencadenante para quienes ya tienen una predisposición genética a desarrollar alopecia areata (una enfermedad del cabello asociada a una reacción autoinmune), o si la caída del cabello está ligada a algún factor desconocido o al estrés que rodea a la covid-19», explicó Andrew Messenger, de la Universidad de Sheffield, a la BBC.
Por su parte, la dermatóloga argentina María Valeria Angles confirma que hay muchas consultas por caída del cabello en personas que han padecido COVID-19. “Con cualquier enfermedad infecciosa o inmunológica se puede producir efluvio telógeno”, advierte la Jefa de Dermatología Infanto-Juvenil del Hospital Italiano. “Ahora, con el COVID-19 y el estrés emocional de la cuarentena, se nota más y hay más consultas”.
¿Hay solución?
Generalmente el problema se resuelve solo. Aunque, en algunos casos, se indica:
- medicación (por ejemplo, minoxidil),
- suplementos de vitaminas o minerales (hierro, vitamina D o biotina) y,
- masajes en el cuero cabelludo
“El efluvio telógeno es reversible, pero hay que saber que tarda en detenerse la caída del cabello”, apunta Angles, quien acaba de presentar una app gratuita para Android destinada a fomentar la comunicación de los pacientes con dermatitis atópica, una enfermedad que padecen 1 de cada 4 niños y hasta el 10% de los adultos.
Otra secuela que preocupa: niebla mental
En cuanto a la niebla mental, es una secuela neurológica más compleja del COVID-19. Muchos pacientes se quejan de problemas cognitivos y de memoria, dificultad para concentrarse, pensamiento inconexo y lento. Estos síntomas persisten durante meses y pueden acompañarse con ansiedad o depresión.
Si bien el mecanismo por el cual el coronavirus genera estos problemas mentales se desconoce –se supone que la inflamación genera lesiones en el cerebro que obstruyen la circulación sanguínea normal o la comunicación entre neuronas- ya hay hospitales que están tratando la niebla mental con especialistas neurocognitivos y también con psiquiatras, ya que los síntomas cognitivos pueden ser parte de un síndrome postraumático (conocido como PTSD, por sus siglas en inglés) después de haber estado en Terapia Intensiva o intubado.
Los psiconeurólogos recomiendan mantener las ocupaciones habituales, hacer ejercicios, comer saludablemente, escuchar música y armar rompecabezas, con la esperanza de que la niebla se disipe más temprano que tarde.
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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