22 febrero, 2017
El golpe de calor es un cuadro de deshidratación generalizada y los síntomas son similares para todos:
- sed
- dolor de cabeza
- sensación de tener la boca pastosa
- sudar en exceso
Existen dos grupos de riesgo más propensos a sufrir golpes de calor: los ancianos y los niños. En los ancianos y en los bebés se agrega, además, una pérdida de la iniciativa y aletargamiento, lo que puede traer complicaciones si no se asiste a tiempo.
La clave está en poder reconocer la necesidad de mantenerse hidratado. Las personas mayores, por la edad, se vuelven menos sensibles a sentir sed, por lo que deben recordar y tener como hábito tomar agua. Cuando la temperatura sube y comienzan los síntomas el cuerpo puede haber perdido entre 4 y 6 litros, que se deben reponer de forma constante.
Los mecanismos de conservación del calor se dererioran en la vejez
Los adultos tienen una temperatura constante que suele ser de 36 grados, que se mantiene gracias a la acción muscular, la transpiración, y la circulación sanguínea. A medida que aumenta la edad, las personas se vuelven menos susceptibles a regular la temperatura, sufren períodos de hipotermia durante el invierno y tienen problemas con el calor en verano.
Los bebés
Con respecto a los bebés, los síntomas de la deshidratación son muy similares: suelen estar tranquilos, con una baja en su actividad normal, se quedan dormidos, pierden la iniciativa, tienden a no comer ni llorar.
Para prevenir, el pediatra suele dar una medida de líquidos a intervalos regulares de acuerdo a cada caso y al peso del infante. Los chicos tienen que estar en lugares frescos, desabrigados. Si es chico y aún está en período de lactancia, no va a tener mayores dificultades con el calor, pero se le puede agregar medidas de agua. Esto se debe hablar con el pediatra y siempre tener en claro que el chico no va a pedir agua. Hay que ofrecérsela.
¿Qué hacer ante un golpe de calor?
Si la persona es joven, se le debe dar líquidos: la rehidratación no debe hacerse solo con agua, es recomendable agregar bebidas con sales, o un jugo de fruta y después enfriarle el cuerpo.
Lo más importante es prevenir, las personas mayores y los bebés deben estar en condiciones frescas, con agua suficiente.
Si comienzan a sudar mucho, o están demasiado tranquilos o tienen sed, hay que ofrecer líquidos. Y si se quedan dormidos o se desmayan hay que concurrir a un médico.
Fuente Hospital de Clínicas/UBA
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