10 diciembre, 2020
Mientras se cierra el ciclo lectivo en la Argentina y se evalúan los resultados escolares, resurge el debate por el futuro de la educación formal. ¿Cuándo ocurrirá la re apertura de escuelas? ¿Cómo deberían reabrirse las escuelas en marzo? ¿Qué pasará si no hay vacunas para niños ni maestros hasta el segundo semestre del año próximo?
El COVID-19 quedará en la memoria de la humanidad mucho después de que la pandemia se declare terminada. Pero no hay dudas de que uno de los mayores efectos se verá en los niños y jóvenes. Durante el 2020 fueron mantenidos en sus casas por recomendación sanitaria y se vieron impedidos de ir a la escuela.
Apertura de las aulas
La polémica arrecia a todos los niveles. Los especialistas coinciden en que las escuelas no han sido un foco importante de contagio por COVID-19. Si bien existen niños y maestros que enferman de COVID-19, el impacto sigue siendo bajo.
El riesgo de contraer COVID-19 para los niños parece aumentar a partir de los 12-14 años.
En los Estados Unidos se registraron un millón de niños infectados, según la Academia Americana de Pediatría (AAP), pero el beneficio que brinda la apertura de escuelas es superior al riesgo que enfrenta la población pediátrica, aseguran infectólogos británicos.
«Los chicos no son super-contagiadores”, aclararon el inmunólogo pediátrico Sunjay Patel, del Hospital Universitario de Southampton, y sus colegas en la revista Archives of Disease in Childhood. “Tras la reapertura de escuelas en septiembre (en el Hemisferio Norte) los casos pediátricos de infección con el virus SARS-COV-2 permanecen bajos respecto de los adultos, incluso en áreas con gran circulación viral”, insisten los especialistas.
Impacto diferenciado
La falta de escuelas no sólo tendrá un impacto en el aprendizaje a largo plazo. Este año también expuso a los chicos a daños en términos de abuso y violencia doméstica, pobreza y mala alimentación, problemas emocionales y psicológicos. Según Patel y sus colegas, es preciso tomar medidas flexibles y rápidas para mantener la apertura de escuelas y diferenciar las recomendaciones para primarias y secundarias, basándose en las evidencias científicas existentes.
En Argentina, se estima que un millón y medio de niños perdieron todo contacto con la escuela a pesar de la implementación de clases virtuales.
Es importante destacar que los niños no constituyen la población homogénea que se observa desde las elevadas torres de la adultez. Hasta los 10 años, el riesgo de enfermar gravemente por COVID-19 es extremadamente bajo en los niños, aunque pueden padecer la enfermedad en forma asintomática y transmitirla, especialmente a su grupo familiar.
Un reciente estudio canadiense calculó que un tercio de los chicos tienen COVID-19 en forma asintomática. Y los que tienen síntomas, generalmente experimentan fiebre, dolor de cabeza, vómitos y pérdida de olfato, más que tos y mocos, pero no padecen una enfermedad grave. El riesgo parece aumentar a partir de los 12-14 años.
Los consejos para la apertura de las escuelas se basan en:
- Organizar grupos donde todos usen barbijos
- Distancia social de 2 metros
- Lavado frecuente de manos con jabón o uso de alcohol en gel
- Aulas ventiladas: ventanas abiertas o una medición continua del aire interior
Los especialistas en aerosoles recomiendan mantener las aulas ventiladas para que no sobrepase una determinada cantidad de dióxido de carbono (lo que indica que el aire no está circulando en forma adecuada).
Si el maestro usa barbijo y se abren las ventanas para renovar el aire después de cada hora de clase, las probabilidades de contagio son mínimas, según explicó José Luis Jiménez, físico de la Universidad de Boulder, en Estados Unidos. Lo importante es testear rápidamente los casos sintomáticos, cuando aparecen, y aislarlos para cortar la transmisión en los grupos escolares.
Experiencia argentina
En la Argentina, se estima que un millón y medio de niños perdieron todo contacto con la escuela. Lo que preocupa a los pediatras y también a los padres.
La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) hizo pública una encuesta que revela altos niveles de depresión y angustia en los niños e hizo un llamado a reabrir las escuelas.
Según la consulta a más de 4.500 niños argentinos de 6 a 18 años, 9 de cada 10 extrañaron a alguien durante esta cuarentena, sobre todo a los amigos, compañeros de actividades y familiares; casi 8 de cada 10 se mostraron ‘enojados’ y el 68% presentó distintos grados de tristeza, particularmente los niños pequeños y los adolescentes.
Además, 6 de cada 10 niños argentinos reconocieron tener miedo: por ellos mismos (24%) o por terceros (21%).
¿Qué pasó con las clases virtuales?
Para empezar, hubo una gran disparidad entre los alumnos de escuelas estatales y privadas, según un informe de la organización Argentinos por la Educación. En las escuelas privadas, un 72,2% de los estudiantes disponen de una notebook y más de la mitad de ellos también cuenta con un celular. Por otro lado, en las estatales, menos de la mitad de los alumnos cuenta con notebook (33,7%).
“Si bien han pretendido brindar cierto aire de normalidad, rutina y continuidad a la educación, las clases on line no han sido bien recibidas en general por los chicos. Ellos sintieron una alta demanda en una situación extraordinaria, percibieron que la enseñanza pierde calidad y contenidos, que es socialmente injusta y, además, alegan que han absorbido un instrumento de diversión y esparcimiento se transformó en parte de sus obligaciones. A pesar de ser nativos digitales, extrañaron el contacto personal con sus pares”, evaluó Jorge Cabana, ex presidente de la SAP y uno de los autores de la investigación presentada el 23 de noviembre pasado.
Los especialistas de UNICEF insisten en la necesidad de mantener las escuelas abiertas. También, que los maestros sean vacunados lo antes posible, como personal esencial. Hasta el célebre Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (NIAID, por sus siglas en inglés) coincidió: “Si miramos los datos, la transmisión entre los chicos y desde los chicos no es para nada grande, está muy lejos de lo que se sospechaba”. El infectólogo norteamericano recomendó: “Traten de mantener las escuelas abiertas todo lo posible”. En cualquier caso, dijo, “cierren los bares y dejen las escuelas abiertas”.
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